Una reflexión sobre nuestro estilo de vida

Una reflexión sobre nuestro estilo de vida

Una reflexión sobre nuestro estilo de vida 850 480 V.M. Kwen Khan Khu

Es absolutamente incuestionable que todos los problemas que hoy afrontamos en nuestro diario vivir proceden de la forma en que hemos enfocado nuestra existencia en el escenario de la creación. Hemos sido creados, según las Sagradas Escrituras, a imagen de nuestro Creador, empero pareciese que realmente nos agrada afrontar al Gran Arquitecto del Universo y queremos, según nuestra miopía, enmendarle o corregirle su obra.

Comencemos por decir que, para alimentarnos y sostener nuestro ritmo de vida, hemos querido dar rienda suelta a nuestra codicia, y esta manifestación egoica ha querido, sin importar el coste material o de salud, amasar grandes fortunas alterando orgánicamente nuestros alimentos y de esta forma dizque asegurarnos que nunca nos faltarán los mismos. Empero, somos tan brutos que no alcanzamos a entender que nuestros organismos se van a ir deteriorando, con el paso de los años, más rápidamente y comenzaremos a padecer enfermedades desconocidas, aparte de las que ya conocemos: cáncer, gastroenteritis, diabetes, etc., etc.

Obviamente que detrás de todas estas alteraciones existen lobbies tenebrosos que se enriquecen cada día, y han creado, inclusive, grandes corporaciones bioquímicas para proseguir su vandalismo, todo ello, increíblemente, con el apoyo de los gobiernos mundiales y hasta de la mismísima Organización Mundial de la Salud ─OMS─. Ciertamente, todo está calculado de tal manera que, si comenzamos a enfermarnos, estos mismos lobbies ya tienen preparadas grandes industrias farmacéuticas que nos ofrecerán otros compuestos químicos que, aunque no nos van a curar, tan solo nos van a aliviar nuestras dolencias y, lo que es peor, generarán efectos secundarios que, probablemente, nos pueden llevar a la muerte. En este otro negocio farmacéutico tampoco intervienen los ministerios de la salud de los diversos gobiernos mundiales y tampoco la tan cacareada OMS.

Han sido estas corporaciones farmacéuticas las que han creado vacunas extrañas para atacar, justamente, una nueva forma de virus que han llamado SARS-CoV-2.Y lo más increíble es que dichas vacunas ni siquiera siguieron el protocolo normal que han de seguir, es decir, experimentarlas en animales al menos durante cuatro años. Nada de eso les importó a dichas corporaciones y hasta tuvieron el cinismo de declarar que en realidad esas vacunas no acabarán con el citado virus. Incluso ya hasta predicen un nuevo rebrote de dicho virus a nivel mundial.

Frente a todo esto los medios de comunicación ─obviamente comprados─ callan y no advierten a la población acerca de estos riesgos. No hay que olvidar que a estas alturas ni siquiera se sabe de dónde o de qué laboratorio químico ─americano, chino, japonés, ruso, etc., etc.─ escaparon tales virus que hoy atormentan al mundo entero y hasta han ocasionado un genocidio espantoso, ante el cual se quedan reducidos a enanos los experimentos que se atribuyen al nazismo.

Está claro que en todo esto se evidencia la manifestación de ese agregado psicológico que llamamos codicia.

Más allá de nuestra alimentación, es bueno que también hagamos un enfoque de nuestra manera de vestir. Hoy existe una inmensa cantidad de ropa elaborada con materiales que producen problemas diversos en nuestra salud, desde problemas en la piel hasta problemas en nuestro sistema sanguíneo ─alergias extrañas, etc.─.  Y, como si fuera poco, nuestra vestimenta ya no es para cubrir nuestro cuerpo y protegernos del frío o del calor, no. Ahora de lo que se trata es de exhibir nuestros cuerpos arrogantemente queriendo provocar la admiración lujuriosa de nuestros semejantes. Ahí están los desfiles de la moda protagonizados por mujeres descerebradas que ni siquiera se dan cuenta de que están siendo utilizadas para beneficio propio de determinadas empresas a las que poco les importa degenerar a la mujer y a la sociedad entera.

Es obvio que, habiendo convertido el simple uso de una prenda de vestir en un escaparate de provocaciones lujuriosas, es apenas normal que hayan comenzado a perpetrarse más y más ataques contra la mujer: violaciones en grupo, violaciones acompañadas de la muerte de la mujer violada y un sinfín de etcéteras que le siguen a esta aberración.

Aquí entran, nuevamente, no solo los traficantes de drogas ─sujetos trastornados absolutamente en su cerebro─, que obtienen de determinadas plantas el ingrediente que desquicia la psiquis humana, sino también las drogas de diseño creadas por empresas ligadas a la farmacia. De este modo es apenas normal que nuestra sociedad se esté llenando, cada día más, de crímenes y desórdenes de gran calibre, ante los cuales las mismas autoridades se sienten impotentes a la hora de perseguir tales delitos y castigar a los culpables.

Estos desequilibrios extienden sus tentáculos hasta la industria de la construcción. Por ello es fácil ver a miles de personas mendigando por las calles de las grandes ciudades porque no tienen dinero para pagar el alquiler de un apartamento y mucho menos la compra o alquiler de una casa… ¿Y dónde quedó nuestro humanismo y nuestra barata fe cristiana? ¿Por qué hemos hecho de la hipocresía nuestra verdadera religión y a dónde nos llevará nuestro egocentrismo contrario totalmente al cristocentrismo…?

Ni tan siquiera se han salvado de nuestro salvajismo «civilizado» los elementos de la naturaleza. Nuestros océanos son hoy basureros espantosos que están causando la muerte de miles de especies marinas. El mamífero racional e inhumano ha creado un sistema de pesca en el que entran en uso enormes redes de arrastre, queriendo codiciosamente obtener una buena pesca que, para colmo, no siempre se puede vender luego en los mercados por saturación de los mismos, con lo cual muchos de aquellos peces morirán y se pudrirán.

Hace pocos días los japoneses, de manera inescrupulosa, finalmente echaron al océano Pacífico las aguas radioactivas de la central nuclear de Fukushima. Es tan solo cuestión de tiempo el empezar a ver gentes que, habiendo comido de esa pesca, estén contaminadas con residuos nucleares, lo que les alterará su salud, su genética durante varias generaciones. ¿Y quién autorizó esa calamidad? Respuesta: El mismísimo gobierno japonés con la aprobación de los ridículos organismos internacionales que han de velar por la salud de la humanidad. Los otros gobiernos del mundo callaron para no crearse un enemigo comercial con Japón. Así están las cosas, amigos y amigas. Esto se llama complicidad con el delito en el derecho internacional.

¿Y qué diremos del aire que respiramos? Ahora, además de haber perforado y destruido la capa de ozono que filtra los rayos ultravioletas para no enfermarnos, nuestro oxígeno es mucho menos que el que consumíamos hace décadas. Hoy son comunes enfermedades como el asma, los problemas broncopulmonares, problemas de hipertensión, etc., etc., etc.

Y todo ello se lo debemos a los pseudopolíticos de nuestros tiempos que llevaron a competir a los países queriendo ser los primeros en alcanzar la «conquista del espacio». A las gentes se nos venden estas carreras espaciales como progreso científico, empero en realidad se trata de querer someter los unos a los otros mediante la amenaza de bombas nucleares. Esta es la puesta en acción de la furia de la ira y el odio que se han expandido sobre nuestro orbe. Y preguntamos nuevamente: ¿Dónde quedaron nuestros votos de amar a nuestro prójimo como a sí mismos? Al final todo se ha reducido a mera palabrería insubstancial propia de nuestra INCONCIENCIA ABSOLUTA. Ni siquiera los atlantes, con toda su tecnología ligada a la magia, fueron tan imbéciles como para destruir la capa de ozono de nuestro mundo.

Y en medio de este pandemonium las multitudes ciegas y degeneradas siguen gozando con su mundillo ilusorio ligado a las competencias de automóviles ─supercontaminantes─, a los campeonatos de boxeo ─criminoso en toda regla─, a los cacareados Juegos Olímpicos, que, dicho sea de paso, ya no sirven para invitar a las masas sociales a cuidar de sus cuerpos para hacerlos saludables, sino que muchos de los atletas que compiten en los mismos toman diversas drogas para ganar las copas o medallas que están prometidas a los ganadores. Todo se ha convertido en una competición política entre naciones y aquellos «ganadores» son enarbolados por los diversos países como la muestra de que su poderío humano es inalcanzable para los demás. Esto se llama orgullo. El orgullo genera guerras y odios a través de la historia…..

El mundo religioso de nuestros días es el hazmerreír de nuestro tiempo. Ya poco importan los principios religiosos del Judaísmo, el Cristianismo, el Taoísmo, el Budismo, el Hinduismo, etc., etc., etc. Solo han sobrevivido las formas de tales religiones, pero el fondo de las mismas es, hoy por hoy, parte de la suciedad de nuestras masas sociales. Baste con recordar que solamente en el Vaticano, en la curia romana, hay un 89% de cardenales pedófilos, homosexuales, pederastras, etc. Y nos preguntamos: Si las religiones están hechas para educar las almas, ¿cómo es posible que esto suceda?

Hace pocos días, en el interior de un avión que abordaba el papa Francisco, un periodista le preguntó a bocajarro al pontífice:

─¿Qué opina su santidad del fenómeno homosexual?

Aquel falso vicario de Cristo respondió:

¿Quién soy yo para juzgarlos? ─Y añadió:─ ¡Pobrecillos!

¿Entonces por qué se erige en vicario de Cristo? La fe cristiana, además de establecer que NO DEBEMOS FORNICAR, también establece desde el Génesis que hay un hombre para cada mujer y una mujer para cada hombre…..

Está claro, queridos/as amigos/as, que, mientras tengamos la Conciencia durmiendo, todos nuestros pensamientos, sentimientos y actos serán nulos, carentes de lógica, irracionales y, por lo tanto, propios de las bestias. De esta manera el género humano ha perdido su estatus de criatura pensante dotada de facultades metafísicas latentes en su fondo, para terminar siendo una larva que camina pero sin ir a ninguna parte.

Termino esta reflexión con una frase atribuida a Salomón, el Sabio:

«Cuando se trata de juzgar nuestros errores el hombre no es nunca un juez imparcial».

MUNDUS VULT DECIPI.
─‘Al mundo le gusta ser engañado’─.

KWEN KHAN KHU