Podríamos desintegrar el Ego, acabar con todos los valores positivos y negativos que tengamos, y entonces podríamos servir de vehículo a nuevos valores, a los valores del Ser.
Pero, en este caso, necesitamos de una didáctica si es que queremos eliminar los valores que tenemos actualmente para provocar un cambio.
Ante todo, sería necesario, en realidad de verdad, apelar al psicoanálisis íntimo. Cuando uno apela al psicoanálisis íntimo para conocer sus defectos de tipo psicológico, surge una gran dificultad. Quiero referirme en forma enfática a la fuerza de la «contratransferencia».
Uno puede autoinvestigarse, uno puede ser introvertido, mas cuando lo intenta, siempre surge la dificultad de la contratransferencia. Se trata de transferir nuestra atención hacia adentro con el propósito de autoexplorarnos para autoconocernos, y eliminar los valores negativos que nos perjudican psicológicamente en lo social, en lo económico, en lo político y hasta en lo espiritual.
Desafortunadamente –repito–, cuando uno trata de ser introvertido para autoexplorarse y conocerse a sí mismo, de inmediato surge la contratransferencia, que es una fuerza que dificulta la introversión. Si no existiese la contratransferencia, la introversión se haría más fácil.
Desgraciadamente, la contratransferencia dificulta completamente la introversión, y necesitamos del psicoanálisis íntimo, necesitamos de la autoinvestigación íntima para autoconocernos realmente.
Recordemos nosotros aquella frase de Tales de Mileto, Nosce te ipsum –‘Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses’–. Cuando uno se conoce a sí mismo, puede cambiar. Mientras a sí mismo no se conozca, cualquier cambio le resultará inútil. Pero ante todo, mis estimables amigos, necesita uno del autoanálisis.
¿Cómo vencería uno la fuerza de la contratransferencia que dificulta el psicoanálisis íntimo o el autoanálisis? Esto solamente sería posible, en realidad de verdad, mediante el análisis transaccional y el análisis estructural.
Cuando uno apela al análisis estructural, conoce esas estructuras psicológicas que dificultan y hacen casi imposible la introspección íntima. Conociendo tales estructuras, las comprendemos, y comprendiéndolas, podemos entonces vencer el obstáculo.
Mas necesitaríamos algo más: necesitaríamos también del análisis transaccional. Existen las transacciones bancarias, comerciales, etc. También existen las transacciones psicológicas. Los diversos elementos psíquicos que en nuestro interior cargamos están sometidos a las transacciones, a los intercambios, a las luchas, a los cambios de posición, etc. No son algo inmóvil, existen siempre en estado de movimiento.
Cuando uno, mediante el análisis transaccional, conoce los distintos procesos psicológicos íntimos, y cuando, además de eso, ha conocido también las diversas estructuras, entonces la dificultad para la introversión psicológica concluye y se realiza, posteriormente, la autoexploración del Mí mismo, del Sí mismo con pleno éxito.
Quien logre una autoexploración plena sobre tal o cual defecto, ya para conocer la ira, ya para conocer la codicia, la lujuria, la envidia, el orgullo, la pereza o la gula, etc., puede realizar avances psicológicos formidables.
Habría que empezar primero por segregar el defecto que queremos eliminar de sí mismos, y posteriormente lo disolveríamos. Defecto desintegrado libera algún porcentaje de Esencia anímica. A medida que vayamos nosotros desintegrando cada uno de nuestros falsos valores, es decir, nuestros defectos, la Esencia anímica embotellada entre los mismos será liberada. Y, por último, la Esencia psicológica totalmente liberada nos transformará totalmente. Será ese el preciso instante en que los valores eternos del Ser se expresen a través de nosotros. Incuestionablemente, esto sería maravilloso no solamente para sí mismos, sino para la humanidad.
El Quinto Evangelio, capítulo «Identidad, valores e imagen».
Samael Aun Weor