El juicio final, Hans Memling

El Juicio Final

El Juicio Final 850 480 V.M. Kwen Khan Khu

Muy amables compañeros/as:

Me complace haceros llegar, en esta oportunidad, esta otra obra de arte atribuida a un pintor llamado Hans Memling, que fue realizada entre los años 1466 y 1473, es decir, en plena Edad Media. Este tríptico lleva por título…

…EL JUICIO FINAL

El juicio final, Hans Memling

Hay muchísimos detalles que rodean esta magnífica representación artística.

En la parte izquierda vemos representada la entrada a los cielos, siendo recibidas las almas por San Pedro, es decir, por aquel que simboliza el trabajo con la Piedra ─el sexo─.

En la parte derecha apreciamos las almas perdidas cayendo a las profundidades del infierno, es decir, involucionando.

Resulta muy interesante la parte central de este trabajo, pues en la misma vemos al V.M. Aberamentho sentado sobre un arco iris, símbolo de la esperanza para obtener la eternidad. El bendito Aberamentho tiene sus pies colocados sobre un globo dorado ─alusión al Mercurio Azufrado─, origen de todas las glorias que obtienen aquellos que se han autorrealizado y se han unido a su Cristo íntimo.

En la parte inferior podemos apreciar al Arcángel Miguel separando las almas inocentes de aquellas que han preferido el mundo de las tinieblas. Este Arcángel lleva en su mano izquierda una balanza y en la derecha un báculo. La balanza hace referencia al juicio de la Gran Ley sobre las naciones; el báculo indica la necesidad que tenemos todos de levantar nuestras Serpientes sobre la vara. Recordemos la vara de Moisés, el bastón de los Patriarcas, etc., etc., etc.,

El V.M. Aberamentho aparece rodeado de sus Doce Apóstoles, que son las doce partes más elevadas de nuestro propio SER.

Cerca, al lado derecho del Gran Kabir, apreciamos a una mujer vestida de negro que sin duda hace referencia a María, la Divina Madre que siempre acompaña a su hijo en su vía crucis.

Es maravilloso ver cerca del Arcángel Miguel un alma arrepentida que está en posición de rezar, mientras que al otro lado de dicho Arcángel se ve un alma siendo descartada. Así actúa, amigos y amigas, la Gran Ley.

Encima del Arcángel Miguel podemos observar Ángeles que hacen sonar sus trompetas como advirtiendo a la humanidad de que los tiempos del fin ya llegaron y que cada quien deberá rendir cuentas de lo que ha hecho con su vida. Justamente, queridos amigos, esta selección ya fue hecha por los Leones de la Gran Ley y por ello ya se ha dado la orden para poner en marcha el apocalipsis mundial.

Algo bastante curioso resulta el observar en la parte superior del tríptico, en su parte central, encima del V.M. Aberamentho, cuatro Ángeles que llevan, cada uno, uno de los instrumentos del martirio al que se somete voluntariamente el Cristo íntimo. Así vemos a un Ángel llevando una columna, aquella a la que fue atado el Kabir de Galilea y donde fue fustigado enormemente. Así arremeten contra nuestro Señor interior los agregados psicológicos que en nuestro interior cargamos. Asimismo, apreciamos otro Ángel que lleva en sus manos una corona de espinas con la que es coronado el Adorable, corona esta que confirma la dureza del Camino Secreto.

También es bueno señalar a ese otro Ángel que lleva la cruz sobre la que será crucificado el mártir del Calvario. Recordemos que la cruz tiene varios significados esotéricos, y es con el cruce incesante del Mercurio Secreto unido al Azufre Filosófico como la Gran Obra interior se irá desarrollando en la anatomía oculta del Adepto.

El Ángel que porta entre sus manos la corona de espinas lleva también un sudario y una lanza. Esta lanza fue utilizada para pinchar el costado del Señor de Perfecciones, y de esa herida brotaron sangre y agua según la tradición cristiana primitiva lo comentó y lo afirman también nuestros ceremoniales de cámaras avanzadas.

Curiosamente, el ropaje de estos Ángeles señala a los tres colores de nuestras aguas genesíacas. Helos allí representados: el color negro, el blanco, el amarillo y finalmente el rojo, constituido por la vestimenta del mismo Cristo interior.

A un lado del cuello del Redentor apreciamos una vara florecida. Benditos aquellos en los cuales su vara resulte florecida, pues eso significa que su trabajo ha fructificado.

Ahora bien, vale la pena preguntarnos por qué esos Ángeles antes citados traen ellos mismos esos instrumentos de martirio. RESPUESTA: Porque las mismas partes de nuestro Real Ser aportan con su sapiencia aquello que es necesario para que nuestro Chrestos brote de nuestras entrañas después de enormes luchas. Y, por otra parte, no olvidemos que el drama de Jesús de Nazaret fue planificado desde antes de que la Tierra existiera como planeta, y ya desde entonces las jerarquías divinas estaban en acción para hacer público el drama de la crucifixión o encarnación del Cristo íntimo.

Dicho todo lo anterior, me apresuro a regalaros unas frases que son fuente de sabiduría eterna:

«El mayor número de males que padece el hombre proviene del hombre mismo».
Plinio el viejo

«Lo que no es bueno para el enjambre tampoco lo es para la abeja».
Marco Aurelio

«El mal que no me perjudica es como el bien que no me aprovecha».
Leonardo da Vinci

«Hay pocos malvados que ya en vida no lleven el infierno en sus almas».
Bembo

«Los malvados obedecen a sus pasiones como los esclavos a sus dueños».
Diógenes

ECCE HOMO.
─‘He allí el hombre’─.
KWEN KHAN KHU