El diluvio universal

El diluvio universal 850 480 V.M. Kwen Khan Khu

Muy amados compañeros/as:

Me complace muchísimo haceros llegar unos comentarios acerca de la parte central de la obra pictórica del gran Iniciado Miguel Ángel Buonarroti y la cual es titulada:

EL DILUVIO UNIVERSAL

Esta obra monumental atribuida a este gran artista, arquitecto y escultor, ha pasado a ser la obra magna de todas las realizadas por pintores esclarecidos. En ella se muestran detalles narrados en el Antiguo y en el Nuevo Testamentos de las Sagradas Escrituras, es decir, de la Biblia cristiana.

Ante todo, hemos de observar que este recuadro está custodiado por cuatro grandes figuras que aparecen desnudas y siempre mostrándonos aspectos de su fisonomía tales como su espalda, su columna vertebral, etc. Empero, el hecho de verlas desnudas nos invita a la reflexión, pues se trata de señalar la desnudez anímica y la necesidad, por lo tanto, de crear nuestras vestiduras sagradas ─léase: los vehículos anímicos─…

En el centro de este recuadro podemos contemplar tres aspectos, a saber:

  1. Un grupo de gentes subidas a un arca, alusión al arca de Noé.
  2. Gentes que buscan salir del agua para acercarse a un islote de piedra en el que aparece un árbol seco al que muchos se aferran.
  3. Otro grupo más pequeño que se halla también sobre una estructura rocosa y que trata de ayudar a otros a salvarse de morir ahogados.

Necesario resulta decir a todos vosotros que el diluvio universal, del que se habla en prácticamente todas las teogonías de todas las latitudes de nuestro mundo, reviste un doble aspecto, al igual que el Apocalipsis o Libro de la Revelación. De acuerdo a esto, se nos está diciendo: o nos salvamos por medio de la transmutación de nuestras aguas alquímicas o seremos exterminados como lo fueron los atlantes por la acción del elemento acuático.

Comencemos nuestros comentarios señalando que las gentes que se aproximan al árbol seco haciendo una especie de miniperegrinación, son todas aquellas almas que, habiendo estado fornicando durante milenios, al final resuelven acercarse al árbol seco ─vale decir a las enseñanzas alquímicas─ buscando ser rescatados. A este respecto, el gran Adepto Fulcanelli nos habla en sus MORADAS FILOSOFALES lo siguiente:

El árbol seco es un símbolo de los metales [la energía creadora] usuales reducidos de sus minerales y fundidos, a los que las altas temperaturas [lujuriosas] de los hornos metalúrgicos han hecho perder la actividad que poseían [facultades, fuerzas, capacidades, etc.] en su yacimiento natural. Por eso, los filósofos los califican de muertos y los reconocen como impropios para el trabajo de la Obra, hasta que estén revivificados o reincrudados [léase: realimentados], según el término consagrado, por ese fuego interno que no los abandona jamás por completo [pues la energía creadora siempre está disponible para todo aquel que quiera utilizarla]. Pues los metales, fijados bajo la forma industrial con que los conocemos, conservan todavía, más al fondo de su sustancia, el alma que el fuego vulgar ha encerrado y condensado, pero que no ha podido destruir. Y a esta alma los sabios la han llamado fuego o azufre porque es, en verdad, el agente de todas las mutaciones, de todos los accidentes observados en la materia metálica, y esta semilla [sexual] incombustible que nada puede destruir por completo, ni la violencia de los ácidos fuertes ni el ardor del horno. Este gran principio de inmortalidad, encargado por Dios mismo de asegurar y mantener la perpetuidad de la especie y de reformar el cuerpo perecedero subsiste y se encuentra hasta en las cenizas de los metales calcinados, cuando éstos han sufrido la disgregación de sus partes y han visto consumir su envoltura corporal.

Los filósofos juzgaron, pues, no sin razón, que las cualidades refractarias del azufre y su resistencia al fuego no podían pertenecer más que al mismo fuego o a algún espíritu ígneo. Esto les ha conducido a darle el nombre con el que es designado y que algunos artistas creen proviene de su aspecto, aunque no ofrezca ninguna conexión con el azufre común. […] Pues bien; el azufre filosófico, considerado como el dios y el animador de la Gran Obra, revela por sus acciones una energía formadora comparable a la del Espíritu divino. Así, y aunque sea preciso atribuir la precedencia al mercurio ─para continuar en el orden de las adquisiciones sucesivas─, debemos reconocer que al azufre, alma incomprensible de los metales, le debe nuestra práctica su carácter misterioso y, en cierta manera, sobrenatural [aquí se refiere al Fuego Sagrado de Stella Maris].

Buscad, pues, el azufre en el tronco muerto de los metales vulgares y obtendréis, al mismo tiempo, ese fuego natural y metálico que es la clave principal de la labor alquímica. «Ahí reside ─dice Limojon de Saint-Didier─ el gran misterio del arte, pues todos los demás dependen de la inteligencia de este. Me sentiría satisfecho ─añade el autor─ si me fuera permitido explicaros este secreto sin equívoco, mas no puedo hacer lo que ningún filósofo ha creído que le era permisible [el Gran Arcano no había sido desvelado]. Todo cuanto podéis esperar razonablemente de mí es que os diga que el fuego natural es un fuego en potencia que no quema las manos, pero que manifiesta su eficacia por poco que sea excitado por el fuego exterior [de la Magia Sexual]».

En cuanto al Arca de Noé que vemos en el fondo del recuadro, bien vale la pena apreciar que alude a la PIEDRA FILOSOFAL misma. Recordemos que, alquímicamente, la Piedra Filosofal consta en realidad de nueve lados, pues estaría constituida por una piedra cúbica con una terminación piramidal; estos serían los nueve lados de la misma. En esta arca o piedra puede apreciarse gente que la está trabajando y, a la vez, auxiliando a otros que quieren ser rescatados por el magisterio. Veamos allí esa escalera que una de esas personas está manipulando. Esa es la escala de Jacob, la misma que representa también los niveles del SER y los peldaños alquímicos.

No podemos dejar de lado a la Kábala fonética para deciros que el ARCA DE NOÉ es un juego de palabras que debe traducirse como «ARCANO ES» ─el medio de salvación─.

Interesante resulta, igualmente, ver a la paloma del Espíritu Santo EN EL TOPE DEL ARCA, pues, ciertamente, es el Espíritu Santo quien guía los trabajos que han de auxiliar a las almas que laboran en el arte transmutatorio.

En dicha Arca se observan personas desnudas ─sin sus vestiduras anímicas─ y unas pocas que sí llevan vestimenta. Estos últimos son los Adeptos que tratan de ayudar a la humanidad en todo momento.

Finalmente, podemos ver a un grupo de personas o de almas que se dirigen hacia el arca metidas en una especie de recipiente. Estas son aquellas almas que, habiendo conocido ya el Arcano A.Z.F., van a refugiarse en los misterios del arca.

En uno de los lados, decíamos, apreciamos un pequeño grupo de almas que ha logrado, igualmente, sobrevivir a las embravecidas aguas desatadas gracias al hecho de haber comprendido el misterio de la dura roca ─el sexo─. Allí vemos aproximarse a personas casi desfallecidas que son ayudadas por otras para que logren llegar hasta el islote simbólico.

Curiosamente, en este islote podemos contemplar otro árbol que está comenzando a reverdecer, viva alusión al hecho de estar reincrudando su Mercurio Secreto.

Detalle del ARCA de la salvación:

Os añado ahora, caros lectores, unas frases para ser reflexionadas, veamos:

«La Conciencia es la voz del alma; las pasiones la del cuerpo. La Conciencia tiene más de mil lenguas».
Shakespeare

«Podemos engañar a los hombres, pero no a nuestra Conciencia».
Cristina de Suecia

«Ese es todo el secreto de la tranquilidad de conciencia, que esté de acuerdo con el corazón».
Benavente

«La conciencia pura es la mejor ley».
Solón

«La conciencia es un destello de la pureza del estado primitivo del hombre».
Bacon

SIC ITVR AD ASTRA.
─‘Así se inmortaliza’─.
KWEN KHAN KHU