Noches místicas o la clave de los misterios

Noches místicas o la clave de los misterios 850 480 V.M. Kwen Khan Khu

Muy queridos amigos y amigas:

Me apresuro a enviaros este grabado titulado…

…NOCHES MÍSTICAS O LA CLAVE DE LOS MISTERIOS

Os añado una variante del grabado aquí abajo:

Noches místicas o la clave de los misterios, Karl von Eckhartshausen

Este grabado fue obra de Karl Von Eckartshausen. Fue editado en el año 1791.

Lleva el nombre que estáis observando porque el autor, como conocedor de la Alquimia, sabía muy bien que el trabajo fecundo en este magisterio ha de hacerse en las horas nocturnas. De allí su título: NOCHES MÍSTICAS

Esta hermosa ilustración nos muestra la búsqueda de nuestra Piedra Filosofal con muchos de sus pormenores.

Primeramente hemos de recalcar en lo alto de la ilustración el triángulo representativo de la divinidad o de las llamadas tres fuerzas primarias de la creación ─Padre, Hijo y Espíritu Santo─. Es el SER, el Padre, Dios, quien realmente hace la obra interior. Por ello lo vemos en el cenit radiante y enviando sus rayos o efluvios hacia una pareja que entrecruza sus brazos en forma lateral.

A ambos lados de esta pareja se aprecian dos árboles de oliva que simbolizan los dos testigos delante del trono de Jehová. Nos referimos a los dos canales llamados por los indostanos Idá y Pingalá, por los cuales ha de ascender nuestra materia mercurial mediante los oficios de la transmutación alquímica.

En la base de esta imagen hay una frase latina que reza: «Y dos olivos, uno a la derecha y otro a la izquierda….».

Importante resulta observar que los rayos que emanan del triángulo que está en el cielo forman otro triángulo que atraviesa los cuerpos de la pareja. Con esto se nos quiere decir que las tres fuerzas primarias han de cristalizar en nosotros, tal y como nos lo enseña la Gnosis.

A los lados de esta pareja se aprecian ruinas de un templo, columnas rotas, etc., para indicar que la humanidad perdió su estatus divino y es necesario que lo recupere.

La mujer que acompaña al hombre muestra una parte de su muslo, pues esta era una señal que existía entre los alquimistas para reconocerse entre sí, es decir, para dar a entender al otro que participaban de los misterios.

En la segunda parte de este maravilloso grabado se puede apreciar a la Divina Madre observando a la humanidad, y, específicamente, a la pareja de nuestro grabado. Lo que resulta muy llamativo es que nuestra Madrecita Divina lleva con ella los instrumentos propios del trabajo transmutatorio, a saber: la cruz y el cáliz. Ella tiene su mano tendida para señalar que está dispuesta a guiar a los que quieran vivir el Camino Secreto… Es ostensible que la cruz representa el cruce de las fuerzas masculinas y femeninas durante la cópula, llamado en nuestros estudios Arcano A.Z.F. Por su parte, el cáliz hace alusión al vaso hermético, vaso sagrado o yoni femenino.

En la segunda parte de nuestro grabado vemos a la pareja alquímica ─un hombre y una mujer─ buscando en la noche a una mujer que aparece reflejada en una pared.

Asimismo, el hombre de nuestro ejemplo está encadenado al mundo en uno de sus pies. Este encadenamiento simboliza a nuestra humanidad que, desgraciadamente, está atada al Samsara, a la vida, y necesita liberarse de la horizontalidad de cada día.

Detrás del hombre y de la mujer vemos a un ángel. Este ángel simboliza a las jerarquías solares que tratan de ayudar a la especie humana a alcanzar el estatus de Real Hombre. Dicho ángel tiene el dedo de su mano derecha en actitud de cerrar su boca, es decir, de mantener el sigilo en el cual trabajan las dinastías divinas.

La mujer que acompaña al varón lleva consigo una lámpara, la cual indica el auxilio de la luz en nuestra travesía, y por otro lado para indicarnos que mediante el auxilio del Eterno Femenino conseguimos alcanzar nuestros objetivos espirituales.

Indudablemente que todos nuestros trabajos van dirigidos a lograr hacer pasar nuestro Mercurio, nuestro caos alquímico, por las fases que son necesarias hasta alcanzar la coloración roja o el carácter de Tintura Roja. Por ello, esa otra mujer desnuda que vemos reflejada en una pared y detrás de la cual avanza la pareja de nuestro estudio, no es otra que una de las metamorfosis de nuestra agua misteriosa, aquella en la cual nuestro azogue ya se ha convertido en elixir blanco. A este respecto, las palabras del Venerable Adepto Fulcanelli nos dicen:

«Nos creemos obligados a prevenir al lector de que, bajo términos muy poco velados, nuestro análisis encierra la revelación de lo que se ha convenido en llamar el secreto de los dos mercurios. […] Convenía, no obstante, llamar la atención sobre las cualidades diferentes que afectan con el objeto de mostrar ─aun al precio de una torsión a la razón o de una inverosimilitud─ cómo pueden distinguirse, identificarse y cómo es posible extraer directamente la propia mujer del Azufre [Devi-Kundalini], madre de la piedra, del seno de nuestra madre primitiva [las energías creadoras]».

He allí la razón por la cual vemos a la pareja buscando ese segundo testimonio de la Alquimia de manera sigilosa pero a la par afanosa. Por otra parte, la tela que lleva aquella figura desnuda que aparece en el muro alegoriza que una parte de nuestro trabajo de laboratorio ha sido desvelada.

Os hago entrega ahora de algunas frases que merecen ser reflexionadas:

«Si nos examináramos de cuando en cuando, el resultado natural de aquel examen sería nuestra mayor perfección».
Montaigne

«La felicidad que no perfecciona es mentira, la perfección que hace desgraciados no es verdad».
Concepción Arenal

«En lo bueno, para que sea virtud ha de haber perseverancia».
Quevedo

«Para ser pesimista basta dirigir una mirada superficial a las cosas: el contraste de luz y de sombra ─más sombra que luz─ se revela inmediatamente aun al sentido menos perspicaz. Para ser optimista es precisa una penetración muy honda y reflexiva de los hechos; es menester hurgar profundamente en las entrañas de la vida y sorprender su lógica maravillosa».
Amado Nervo

POST COITUM OMNE ANIMAL TRISTE.
‘Después del coito, todo animal queda triste’─.

KWEN KHAN KHU