Muy entrañables lectores y lectoras:
Me complazco en enviaros este nuevo grabado que, según los estudiosos, constituye uno de los más enigmáticos que se han realizado durante siglos.
El autor tituló esta obra como…
…ALEGORÍA DE LA VIDA
Es atribuido a Giorgio Ghisi, quien lo habría dibujado en el año 1561. Es su estampado más famoso. Algunos han llamado a este grabado El sueño de Rafael.
«Este es uno de los grabados italianos más impresionantes y misteriosos. Nadie ha logrado todavía explicar completamente su simbolismo, pero parece claro que representa el peligroso camino a través del mar en una embarcación agujereada, con rocas y bestias salvajes al acecho que se encuentran ante el sabio ─a la izquierda─ en su búsqueda de la Verdad.Los dos versos que se encuentran a sus pies están tomados de la Eneida de Virgilio, libro VI, versículos 617 y 95.
La mayor paradoja que presenta la impresión se encuentra en el texto en latín de la parte inferior izquierda: RAPHAELIS VRBINATIS INVENTVM. PHILIPPVS DATVS ANIMI GRATIA FIERI IVSSIT, ‘La invención de Rafael de Urbino. Filippo Dati ordenó que se hiciera en agradecimiento’. En el siglo XVI se habría entendido que esto significaba que Rafael diseñó ─“inventó”─ la composición, que luego habría sido grabada por Ghisi, un grabador de Mantua que solía trabajar según los diseños de otros. Pero, como los comentaristas han reconocido desde hace mucho tiempo, la composición no pudo haber sido diseñada por Rafael, quien murió en 1520. El estilo del grabado es mucho más tardío, y el único vínculo con Rafael está en la posición del hombre, que deriva de uno de los filósofos de La escuela de Atenas.
No está del todo claro por qué Ghisi debería haber puesto en su dibujo una inscripción que debía saber que era engañosa, por no decir falsa. ¿Fue para engañar a los coleccionistas o hay una broma más esotérica o privada detrás por parte de Dati, el hombre que lo encargó? Responder a esta pregunta es complicado por el hecho de que nadie ha logrado descubrir todavía quién era Dati».
Otra descripción del grabado comenta:
«Una embarcación naufragó en un río turbulento y rocoso, en primer plano. A la izquierda, un hombre barbudo, que se apoya en el tronco de un árbol muerto, con un murciélago, dos búhos y un cuervo encima de él. Debajo del árbol una roca y una placa con una inscripción de la Eneida de Virgilio, libro VI, versículo 617: SEDET AETERNVM QVI SEDEBIT IFOELIX, ‘Está sentado y estará sentado por siempre’. El mensaje se refiere a Teseo, quien quedó atrapado en el hades por sus transgresiones lujuriosas ─el versículo dice: “Una roca enorme ruedan unos y a radios de ruedas atados cuelgan; está sentado y estará sentado por siempre Teseo infeliz…”─. Su barco no está en condiciones de cruzar el río Estix. El hombre está rodeado de criaturas monstruosas que lo miran venenosamente. Su única esperanza parece provenir de la mujer parecida a una diosa, con una lanza larga que aparece a la derecha y que tiene debajo de su pie una placa con el mensaje: TV NE CEDE MALIS: SED CONTRA AVDENTIOR ITO, ‘No cedas ante el mal, sino que enfréntalo con más audacia’. Otra traducción que se da al texto es: ‘No te rindas ante la adversidad, sino enfréntala con más audacia’».
El significado de la mujer que aparece en el grabado para rescatar al filósofo podría ser la divina Minerva ─Isis, Stella Maris, la Divina Madre─.
En la placa que se ve en el centro del barco se escribe: GIORGIVS GHISI MANT. F 1.5.6.1., lo que debe de ser la firma del autor y la fecha.
En la parte superior izquierda el dibujo tiene algunos símbolos intrigantes, un hilo de luz serpentino que acaba en la parte de arriba, donde apenas se distinguen tres rostros, tres formas humanas ─ver detalle 1─ representativas de la fuerza de Dios, que vienen a alegorizar los tres soplos del Eterno, los tres soplos divinos: santo afirmar, santo negar y santo conciliar.
Tales fuerzas divinas observan desde hace millones de años el devenir de las razas humanas, el destino de las mismas según la elección que tales razas hacen con el propósito de la existencia que les ha sido dada.
Para continuar en el estudio de este críptico grabado diremos que, ciertamente, lo que apreciamos ante todo es el contraste entre dos mundos o dos realidades, la una que nos señala una zona paradisíaca y la otra que nos muestra un verdadero caos.
En el área caótica hallamos primeramente un anciano ─un devoto del Camino Secreto─ apoyado sobre un árbol seco, símbolo de la decadencia sexual, como bien la definiera el arte transmutatorio. Dicho anciano contempla el otro lado de la vida, allí donde él quisiera estar.
Recordemos, amigos y amigas, unas palabras alusivas a este árbol seco de nuestro grabado. Estas palabras provienen del gran Adepto Fulcanelli:
«El árbol seco es un símbolo de los metales usuales reducidos de sus minerales y fundidos, a los que las altas temperaturas de los hornos metalúrgicos han hecho perder la actividad que poseían en su yacimiento natural. Por eso, los filósofos los califican de muertos y los reconocen como impropios para el trabajo de la Obra, hasta que estén revivificados o reincrudados, según el término consagrado, por ese fuego interno que no los abandona jamás por completo».
«El tronco del que se ha apoderado ese artesano de otra edad apenas parece destinado a servir más que a su genio industrioso. Y, sin embargo, se trata de nuestro árbol seco, el mismo que tuvo el honor de dar su nombre a una de las calles más viejas de París… […] El árbol seco era un recuerdo de Palestina, y era la hierba plantada junto a Hebrón, que, tras haber sido, desde el comienzo del mundo, “verde y hojosa”, perdió su follaje el día en que Nuestro Señor murió en la cruz, y entonces se secó, mas “para reverdecer cuando un señor, príncipe de Occidente, alcance la Tierra de Promisión con la ayuda de los cristianos y haga cantar misa bajo este árbol seco”.
Este árbol desecado que brota de la roca árida se ve figurado en la última lámina del Art du Potier, pero se ha representado cubierto de hojas y de frutos, con una banderola que lleva la divisa Sic in sterili. También se encuentra esculpido en la hermosa puerta de la catedral de Limoges, lo mismo que en un motivo tetralobulado del basamento de Amiens».
El área en la que dicho personaje se halla es un pequeño islote rodeado de reptiles y animales bastante desagradables. Esto evidencia, a la luz de la Kábala simbólica, el mundillo del Yo con todas sus aberraciones. Tal es el porqué de esas criaturas reptilianas, draconianas o exóticamente malignas que rodean a tal devoto. Esa es la pluralidad de nuestro Ego animal.
Cerca del árbol sobre el que se apoya se aprecia una especie de bosque que es bordeado por una especie de cuerda o de fuego que se eleva para terminar conectándose nada menos que con una estrella ─ver detalle 1─. Esa es la estrella interior que siempre nos ha sonreído. Es obvio que ese fuego que serpentea ascendiendo es, sin duda alguna, la conexión de la humanidad, desde hace siglos o milenios, con el Kether kabalístico. Incuestionablemente, debido al estado de Conciencia adormecida, nuestra humanidad ignora su conexión con esa majestuosa fuerza. Esto se debe a que la especie humana mantiene un estatus que la mantiene acorralada por el destino, contemplando con tristeza ese otro mundo que pudo haber alcanzado y no consiguió. Por ello, cerca del anciano puede verse una barca rota, destrozada, alegoría del desdén con el cual hemos tratado el Arcano A.Z.F. ─nuestra barca o arca─.
Allí mismo, dentro de esa área, se aprecia un tronco por el que sube la estela de luz de la que hablamos anteriormente, y muy cerca de allí se aprecia la figura de Lucifer ─ver detalle 2─. Hay que recordar que Lucifer es el dador del fuego y no podía faltar dentro del conglomerado de símbolos que forman parte de este grabado. Sin el auxilio de Lucifer estaríamos perdidos en el Camino Secreto, pues él nos da el impulso sexual para continuar nuestra travesía hermética.
También próximo a ese tronco podemos observar un león alado. Tal león es nuestro Mercurio Secreto unido a nuestro Azufre divino. Esa es la conjunción necesaria para que nuestro compuesto mercurial azufrado pueda ir realizando en nuestro interior la Gran Obra.
En el islote en el cual se halla el anciano simbólico pueden apreciarse, haciendo un esfuerzo de concentración, algunas criaturas. Por ejemplo, al pie del islote vemos un animal que no es otro que el basilisco mitológico ─ver detalle 8─,criatura que muchos tratados alquimistas señalan como altamente perniciosa, pues habla del mal tratamiento que podemos dar a nuestro Mercurio, el elemento volátil. Dicho basilisco, como siempre fue mostrado, tiene garras de ave de presa, cola de gusano y alas diferentes a las de un gallo.
Asimismo, podemos ver un sapo al pie de la roca ─ver detalle 7─ con una inscripción latina. Recordemos que el sapo o la rana son el símbolo, entre muchas culturas ancestrales, del arte transmutatorio o arte alquímico. Bástenos con recordar la existencia, en las ruinas del templo mayor de los antiguos aztecas, nada menos que de una piscina que le dedicaron los mexicas a las ranas que están esculpidas en su entorno. Este sapo de nuestro grabado va acompañado de una frase latina que reza de este modo: Sedet aeternum qve sedebit infoelix. La traducción de esta frase es la siguiente: ‘Está sentado y estará sentado siempre’. La redicha frase señala a Teseo, quien quedó, según la mitología, atrapado en el hades ─el infierno─ por sus transgresiones sexuales. Empero, este es el destino de la humanidad fornicaria que involucionará y quedará durante terribles edades allá en el avernus o infierno paralizada durante milenios.
Bueno es señalar que, sobre la piedra que tiene la frase antes citada, puede verse, aunque de forma diminuta, un escorpión ─ver detalle 7─. El escorpión es el símbolo de la constelación zodiacal de Escorpio. Tal signo rige en la anatomía humana la sexualidad, y esto concuerda con la frase que ya hemos antes mostrado y develado.
Por otra parte, allí mismo, en ese oscuro entramado, pueden evidenciarse tres búhos. El búho, en simbología esotérica, advierte sobre la imperiosa necesidad de vivir en estado de alerta permanente a fin de capturar al EGO en acción, detectarlo para estudiarlo, comprenderlo y eliminarlo con la oportuna asistencia del Eterno Femenino divinal ─Stella Maris, Devi-Kundalini─, tal como lo señala la Gnosis.
Señalemos, asimismo, que entre esas extrañas criaturas que estamos mencionando, pegado a la roca, en uno de sus lados, está un murciélago ─ver detalle 5─. El murciélago alude a los estados de tinieblas que inundan el psiquismo del mamífero racional.
Bueno es apreciar que, en el entramado oscuro en el que se halla el devoto, en la parte superior del mismo, se observan unas ruinas de lo que fue un coliseo ─ver detalle 9─. Ese coliseo apunta a la vanagloria humana que tarde o temprano se convierte en ruinas, fue parte de un tiempo y terminó en otro tiempo.
Igualmente, conviene comentar a nuestros estimados lectores que en ese mismo entramado oscuro y pernicioso donde se hallan los búhos puede también apreciarse un cuervo ─ver detalle 4─, e igualmente en la parte inferior izquierda del grabado. El cuervo, en alegoría esotérica, representa la muerte de nuestros agregados psicológicos. El cuervo se asocia a Saturno, y Saturno, en la temática alquímica, alude, señala o apunta a la muerte, a la putrefacción de las malsanas entidades que constituyen el Yo, el EGO, el Mí Mismo, el Sí Mismo, etc., etc., etc.
Existe un arcoíris que separa el lado oscuro del grabado de ese otro lado más luminoso. Ese arcoíris señala la esperanza que tiene el hombre terrenal para un día convertirse en el verdadero Hombre Solar regenerado y despierto para las realidades superiores.
A un lado de dicho arcoíris podemos ver un sol que comienza a levantarse en el horizonte. Ese sol es el nuevo día, la aurora inmortal a la cual debemos saludar cuando nuestra naturaleza anímica haya conquistado la Maestría en el reino del Padre.
En ese otro lado más luminoso de esta obra artística conviene centrarnos ante todo en la hermosa dama que lleva una lanza en su siniestra, mientras que con su diestra está tocando una espléndida palmera. Tal mujer no es otra que la Divina Señora de nuestros fuegos internos, llamada en diversas culturas con muy variados nombres, a saber: Minerva, Atenea, Sophia, Aka, Astarté, Marah, María, etc., etc., etc. Ella es quien extirpa de nuestra anatomía espiritual los demonios que tienen encarcelada a nuestra Conciencia con esa lanza de carácter fálico. Obviamente que Ella está ligada a nuestro REAL SER porque en sí misma es una de las partes autónomas y autoconscientes del mismo. Es Ella la misma signatura astral del Fuego Secreto, y por ello es llamada también en el oriente Devi-Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. Los gnósticos la llamamos RAM-IO, palabra esta que se convierte, además, en el mantra con el cual la evocamos.
En el tope de esa palmera, símbolo de nuestro propio SER, se pueden ver tres querubines ─detalle 10─. Tales tres querubines son la representación de las tres fuerzas primordiales de la creación: Santo Afirmar, Santo Negar y Santo Conciliar. He allí las tres fuerzas benditas que están en el origen de todo lo creado desde el alba de los tiempos. Uno de tales querubines tiene un arco templado entre sus manos, señalando con su flecha al sabio o filósofo del Camino Secreto para incitarlo a realizar la travesía hacia la eternidad arriesgándolo todo en la misma.
Más allá de la escena que nos habla del Eterno Femenino divinal y de los tres querubines observamos fácilmente una ciudadela, y dentro de ese recuadro aparece ante nuestros ojos un centauro que lleva en una de sus manos ─la derecha─ un arco. Esta es la imagen del signo zodiacal que alude al signo de Sagitario. Lo interesante de esa imagen es el hecho de que representa al hombre, que debe lanzar la flecha de sus anhelos hacia los cielos de Conciencia, hacia la divinidad, solicitando auxilio para volver al punto de partida original.
Igualmente como parte de ese lado luminoso de nuestro grabado, en lo alto vemos una paloma que encarna al Espíritu Santo, que siempre está dispuesto a rescatarnos del mundo de las ilusiones para introducirnos en el universo de las grandes realidades. Nuestra paloma lleva en su pico una brizna de paja para mostrarnos que siempre la fuerza del Tercer Logos está trabajando buscando arreglarnos anímicamente nuestro nido para nuestra protección contra las tinieblas. Del mismo modo, cerca de los querubines vemos, sobre la copa de un árbol, una cigüeña. La cigüeña, en sí misma, ha representado en todo momento la maternidad divina. Con esto se nos promete nuestro regreso a la infancia o inocencia primordial, que hemos perdido a causa de nuestra caída angélica según las Sagradas Escrituras. Tal cigüeña, además de tener sus polluelos, lleva en una de sus patas un huevo. Esto es para indicar que la fuerza del Tercer Logos siempre está creando nuevas vidas y nuevas formas materiales y espirituales.
Como si fuera poco, a la altura de la cabeza de la mujer mitológica de la que ya hemos hablado antes podemos apreciar, entre unos árboles, un elefante. Este extraordinario mamífero, en Gnosticismo puro y simbología trascendental, señala al Logos primordial, a nuestro Kether, a la fuerza del Anciano de los Días, que siempre vela por nuestro recorrido por el carrusel de nuestras existencias.
Por otra parte hemos de decir a nuestros estimados lectores que, en el entramado oscuro en el que se halla el anciano devoto, se ven a sus espaldas las siguientes imágenes ─detalle 2─, a saber:
- Un ángel.
- Un centauro que lleva un mazo entre sus manos.
- Una criatura que parece un tigre pero con senos en su espalda y ubres como de vaca.
¿Qué es esto? Respuesta: El ángel representa las fuerzas divinas que se mueven entre las tinieblas para rescatar a las almas extraviadas. Asimismo, el centauro con el mazo alegoriza al hombre vulgar y sus pasiones violentas. La criatura con ubres y senos en la espalda son deformaciones que van teniendo nuestros agregados psicológicos a medida que van involucionando a través de los milenios.
Os anexo, para finalizar, unas frases que considero oportunas para reflexionar:
«Para el sabio ninguna verdad es amarga».
Maurice Maeterlinck
«Cada verdad que aparece en la tierra es sellada con la sangre de un mártir o de un profeta».
Lamartine
«En fin, en fin, la verdad padece pero no perece. Son malas de sufrir las verdades».
Santa Teresa
«Todos los hombres buscan la verdad, pero solo Dios sabe quién la ha hallado».
Chesterfield
«El signo más evidente de que se ha encontrado la verdad es la paz interior».
Amado Nervo
«La verdad es una ortiga: el que la roza apenas se pincha; al que la coge con fuerza y resolución no le hace nada».
M. G. Saphir
SURSUM CORDA
─‘Corazones en alto’─
KWEN KHAN KHU