Queridos amigos, resulta muy difícil enjuiciar la naturaleza de la voluntad del SER simple y llanamente porque, para empezar, el SER es el SER y la razón de SER del SER hay que buscarla dentro de Él mismo. No olvidemos nunca que el SER es Dios dentro de nosotros, uno de sus infinitos rayos.
El Gnosticismo afirma contundentemente que dicha sábana es REAL y tiene una explicación que escapa al mundillo intelectual de hoy en día, pues se trata de un fenómeno metafísico que ha tenido repercusiones tridimensionales.
Los fanatismos, apreciado lector, jamás son buenos porque son paredones sin cimientos. Aun en la llamada FE JUDÍA existe la creencia, absolutamente errónea, según la cual EL DIA DEL JUICIO FINAL Y LA APARICIÓN DE SU MESÍAS ─que no es para ellos el V.M. Aberamentho─, entonces los muertos RESUCITARÁN DE SUS TUMBAS y la tierra toda se tornará un paraíso… ¡Así porque sí! ¡De la noche a la mañana! Esto resulta, a todas luces, otra falaz argumentación que no resiste un mínimo análisis racional…
Indudablemente que la naturaleza de Dios, siendo INFINITA, les permite a las almas y a todo ente humano de nuestro mundo o de cualquier mundo del espacio interestelar despertar la curiosidad del mismo hacia el sacratísimo Demiurgo y nunca cesará, por tanto, de ser motivo de investigación, de análisis, de asombro, de goce anímico, de regocijo íntimo cuando perciba determinado fenómeno ligado a lo divinal.