Muy amados/as amigos/as:
Me complace dirigirme a vosotros y en esta oportunidad para haceros llegar el presente grabado, continuación de la serie de siete expresiones de los dones del Espíritu Santo.
El presente grabado lleva por título:
SPIRITVS SCIENTIAE
─‘El Espíritu del Conocimiento’─
El grabado fue obra de Adrian Collaert.
Esta expresión artística está referida a la ciencia verdadera, la ciencia del SER, y no a la falsa ciencia del Anticristo. La verdadera ciencia va más allá del intelecto. No debemos nunca confundir el intelecto con la ciencia. Esta es la ciencia provocada por el Espíritu Santo, la misma que inspiró la construcción de las pirámides de Egipto y de muchos otros lugares de nuestro mundo, la ciencia que llevó a Newton a descubrir la ley de la gravedad estando él en estado de contemplación, la ciencia de las transmutaciones o el Ars Magna de los alquimistas. Asimismo, es la ciencia que inspiró la construcción de las catedrales góticas, la ciencia que en su tiempo fue capaz de señalar las siete maravillas de nuestro planeta ─ el faro de Alejandría, los jardines colgantes de Babilonia, las pirámides de Egipto, etc., etc., etc.─.
Es por ello que la dama que representa este don, igual que las otras damas que anteriormente hemos mostrado, tiene sobre su cabeza una especie de corona compuesta de hojas de la naturaleza y a su vez el fuego resplandece en la parte posterior de la misma. Este fuego ─nuevamente lo decimos─ representa la iluminación que otorga el Tercer Logos ─léase: el Espíritu Santo─ a todos aquellos que siempre aborrecieron la fornicación y amaron la pureza en pensamientos, palabras y actos.
La dama de nuestro grabado lleva en su diestra el Caduceo de Mercurio, el cual siempre ha sido símbolo de inteligencia y sabiduría. Fue por ello que en la mitología griega se señalaba a Hermes como mensajero de los Dioses e intermediario entre los hombres y las divinidades.
La dama se toca su entrepecho con la mano izquierda para indicarnos que el verdadero conocimiento ha de brotar de nuestro corazón. Por eso llamamos a la auténtica ciencia «ciencia con corazón»…
La vestimenta de la doncella de nuestro estudio lleva, asimismo, una hilera de campanillas y esferas. Tales campanillas aluden a las octavas musicales y las esferas son las cristalizaciones que va creando el Espíritu Santo en su constante quehacer.
Nuevamente el artista ha colocado a la mujer entre dos columnas que aluden justamente a inteligencia y sabiduría.
A veces el Espíritu Santo ha iluminado a algunos hombres, como Nicola Tesla, que había diseñado un sistema para hacer llegar la electricidad a todos los hogares de un país utilizando un receptor del magnetismo terráqueo que era luego capaz de enviar las ondas eléctricas a las casas de las personas sin necesidad de tantos cables colocados en los postes de las ciudades, todo lo cual produce caos y desorden. Empero, el Ego animal introdujo sus narices en tal proyecto y finalmente aquel científico fue saboteado y su objetivo quedó en la sombra.
La ciencia actual, divorciada del SER, fabrica cosas que dañan la salud humana y hasta la ponen en peligro, como los herbicidas, los carburantes que contaminan nuestra atmósfera y arruinan nuestro oxígeno… Esta misma «ciencia» es la que impulsa los abortos, cometiéndose de esta manera crímenes contra natura; fabrica armas espantosas de carácter nuclear capaces de borrar del mapa a cientos de miles de personas en segundos; es la ciencia que quiere conquistar otros mundos sin tener permiso de otras humanidades para hacerlo; es el falso conocimiento que inventa vacunas para eliminar, según los maquiavélicos científicos, grandes masas humanas porque dicen que somos demasiados los habitantes de nuestro mundo… ¡Qué falta de humanismo!
Así pues, diferenciemos el «conocimiento intelectualoide» de nuestros tiempos de ese otro conocimiento fruto de la iluminación que se ha manifestado en algún momento en el transcurso de nuestra historia.
Os adjunto ahora una frase en latín que se halla al pie de nuestro grabado:
«Vani [autem] sunt omnes homines, in quibus non subest scientia Dei, et de his quae videntur bona, non potuerunt intelligere cum qui est [neque operibus attendentes agnoverunt quis esset artifex]. Sapient.13».
Traducción: ‘Faltos [por completo] de inteligencia son todos los hombres que vivieron sin conocer a Dios; los cuales, a pesar de ver tantas cosas buenas, no reconocieron al que verdaderamente existe. Sabiduría 13’.
Os anexo ahora unas líneas del capítulo «Sabiduría»:
«2 En cambio, tuvieron por Dioses que gobiernan el mundo al fuego, al viento, al aire ligero, a las estrellas del firmamento, al agua caudalosa y a los astros del cielo.
3 Si con la belleza de esos seres tanto se encantaron que llegaron a tenerlos por Dioses, deberían comprender que mucho más hermoso es el Señor de todos ellos, pues él, el autor de la belleza, fue quien los creó.
4 Si los asombró el poder y la actividad de aquellos seres, deberían saber que más poderoso es quien los hizo;
5 pues, partiendo de la grandeza y la belleza de lo creado, se puede reflexionar y llegar a conocer a su creador.
6 A esos hombres, sin embargo, no se les puede culpar del todo, porque quizá se equivocaron en su afán mismo de buscar a Dios y querer encontrarlo.
7 Pasan la vida en medio de las obras de Dios, tratando de estudiarlas, y se dejan engañar por su apariencia, ya que las cosas que ven son, efectivamente, bellas.
8 Sin embargo, no tienen excusa,
9 porque si fueron capaces de saber tanto, hasta el punto de investigar el universo, ¿por qué no descubrieron antes al Señor de todos?».
Permitidme ahora acotaros algunas frases para vuestra reflexión:
«Saber y saberlo demostrar es saber dos veces».
Gracián
«El más sabio es el que no sabe que lo es».
Boileau
«Un hombre puede pasar por sabio cuando busca la sabiduría, pero si cree haberla encontrado es un necio».
Proverbio persa
«El sabio se acuerda de lo pasado, goza de lo presente y precave lo futuro».
Isócrates
«Si no plantamos el árbol de la sabiduría cuando somos jóvenes, no podrá prestarnos su sombra en la vejez».
Lord Chesterfield
PROBATUM EST.
─‘Está probado’─.
KWEN KHAN KHU