Hay que recuperar, cueste lo que cueste, nuestra verdadera identidad, nuestros verdaderos valores y nuestra verdadera imagen. El hombre fue creado a imagen y semejanza del Gran Arquitecto del Universo, y terminó siendo la imagen y semejanza del Anticristo… Los valores de los que fuimos dotados eran valores terribles, trascendentales y trascendentes. El hombre tenía el poder de manejar los elementos con el verbo, era un titán sobre la tierra… Hoy es esclavo de un dolor de cabeza, se atormenta con un dolor de cabeza o con un dolor de estómago. Nuestra identidad verdadera es el Ser, y ¿por qué la hemos cambiado? Por la del «no Ser» de la filosofía. Hemos cambiado al Ser por el Yo, y lo aceptamos. Eso significa que nos hemos olvidado completamente de sí mismos… Y el que se olvida de sí mismo tiene que cargar con las consecuencias de ese olvido, con los karmas.