«Un sueño sin interpretar es como una carta sin abrir».
El Talmud
LOS SUEÑOS, uno de los enigmas en la vida del ser humano, pasa a ser el tema principal de las cuartillas que integran esta obra que enhorabuena recibimos, los gnósticos y el mundo en general, para deleite de nuestra alma o psiquis.
Desde tiempos remotos las comunidades humanas dieron importancia suma al fenómeno de los sueños, pues en muchas ocasiones sirvieron al elemento humano para entender las adversidades que la vida misma le trae día tras día.
Muchos libros sagrados contienen alusiones a los sueños. Recordemos que el mismo Buddha Siddharta Gautama nos enfatiza que el mundo es un sueño de Brahma, y que llegado el día en que Brahma despierte, entonces el mundo y la existencia humana desaparecerán. Tampoco olvidemos a José, el hebreo, que llegó, según nos lo dice la Biblia, a convertirse en consejero del faraón egipcio gracias al hecho de tener el poder de la interpretación de los sueños. Esto le granjeó la confianza del dignatario y permitió a Egipto prepararse para siete años de abundancia y siete años de sequía, reflejados en un sueño del faraón bajo la forma de siete vacas gordas y siete vacas flacas…
La historia misma está repleta de acontecimientos que estuvieron ligados a sueños premonitorios que tuvieron, en su tiempo, diversos personajes de la historia. Basta recordar a la esposa de Julio César –Calpurnia– soñando, días antes, la muerte de su cónyuge. Dice la historia que Abraham Lincoln, antes de que lo mataran, había soñado su propia muerte en manos de un asesino que le disparaba cruelmente hasta quitarle la vida.
El científico que en su momento descifró el ADN humano explicó luego que esto había sido posible gracias a que en sueños él lo había conseguido.
Hoy, amigo lector, los sueños son explicados por la Gnosis como un fenómeno que se produce por el abandono de nuestra estructura orgánica por parte de nuestra energía psíquica –o cuerpo astral– mientras dormimos. Esto sucede todas las noches y cada vez que nos entregamos en brazos de Morfeo. En tales momentos nuestra anatomía interna viaja por entre el hiperespacio y una vez allí podemos viajar a lugares lejanos, proyectarnos al futuro o regresar al pasado; esto es llamado como viaje astral. Lamentablemente, este hecho el ser humano lo realiza de manera inconsciente y por ello no trae todos los recuerdos de sus experiencias astrales. Empero, con el auxilio del Gnosticismo y sus claves metafísicas, el ente humano se hace CONSCIENTE en el mundo tridimensional y también en el hiperespacio, todo lo cual significa que se hace amo de su destino material y espiritual porque queda conectado a la razón de ser de su existencia misma.
Digamos para terminar que un sueño no interpretado es como una carta sin abrir…..
Oremus.
«Estamos tan cautivados por nuestra consciencia subjetiva y tan enredados en ella que hemos olvidado el hecho antiquísimo
Carl Gustav Jung
de que Dios habla principalmente por medio de sueños y visiones».
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OBRIGADA