Es necesario que el discípulo aprenda a llevarse en sus salidas astrales a la Doncella querida de los Recuerdos, para poder traer la memoria de lo que vea y oiga en los mundos internos, pues ella sirve de mediadora entre los sentidos del cerebro físico y los sentidos ultrasensibles del cuerpo astral. Viene a ser, si cabe el concepto, como el depósito de la memoria.
En el lecho, a la hora de dormir, invoque al Íntimo así:
«Padre mío, tú que eres mi verdadero Ser, te suplico con todo el corazón y con toda el alma que saques de mi cuerpo etérico a la Doncella de mis Recuerdos, a fin de no olvidar nada cuando retorne a mi cuerpo».
Pronúnciese luego el mantra: LAAAAA, RRRRRAAAAA, SSSSSSS, y adormézcase.
Dese a la letra S un sonido silbante y agudo parecido al que producen los frenos de aire. Cuando el discípulo se halle entre la vigilia y el sueño, levántese de su cama y salga de su cuarto rumbo a la Iglesia Gnóstica. Esta orden debe tomarse tal cual, con seguridad y con fe, pues es real y no ficticia; en ello no hay mentalismos ni sugestiones. Bájese de la cama cuidadosamente para no despertarse y salga del cuarto caminando con toda naturalidad, como lo hace diariamente para dirigirse al trabajo. Antes de salir dé un saltito con la intención de flotar, y si flotare, diríjase a la Iglesia Gnóstica o a la casa del enfermo que necesita curar. Mas si al dar el saltito no flotare, vuelva a su lecho y repita el experimento.
No se preocupe usted por el cuerpo físico durante esta práctica. Deje a la naturaleza que obre y no dude porque se pierde el efecto.
Samael Aun Weor
Tratado de Medicina Oculta y Magia Práctica (capítulo «Las cinco causas de las enfermedades»)