Tomo la pluma para escribiros algunas palabras relacionadas con el presente grabado que nos ha parecido INTERESANTE desvelar para aumentar nuestros conocimientos acerca de nosotros mismos. «Cuatro edades del hombre», La edad adulta – el ocaso de nuestra vida
Antes de nada permitidme haceros una breve reseña del autor de este magnífico grabado, y el cual no ha sido otro que Albrecht Durero.
El presente trabajo artístico está en relación directa con uno de los cinco sentidos de nuestra máquina orgánica. Primeramente vemos en el mismo una hermosa dama que lleva en su mano derecha el cuerno de la diosa Amaltea,el cual significa la abundancia material o espiritual.
En la escena principal podemos apreciar una dama recostada sobre el árbol de la vida ─el SER─, y señalando con la mano derecha a una tela de araña, mientras con la izquierda sostiene un ave. Esta dama está sentada sobre una roca representativa de la piedra de tropiezo y roca de escándalo ─la sexualidad─, como bien la describiera San Pablo.
El olfato, queridos amigos/as, tiene también en los misterios un profundo significado. Además de permitirnos captar los olores de la Madre Natura, también nos permitiría la percepción de otras fragancias que se corresponden con los mundos superiores.
Con inmenso placer os hago llegar uno de los cinco grabados que os estoy enviando paulatinamente y que tienen relación con los cinco sentidos que posee nuestra máquina orgánica: el sentido de la vista.
Para entrar en materia, he de deciros que en esta oportunidad el autor se ha querido referir a la facultad auditiva, nuevamente señalada como una cualidad humana y por ello representada bajo la forma de una hermosa fémina.
Para estudiar este magnífico grabado, antes que nada hemos de decir que fue creado entre los años 1575-1618 y se halla en el Rijksmuseum, ubicado en la ciudad de Amsterdam ─Holanda─.
Estimados lectores, os muestro aquí dos imágenes: un dibujo del siglo XVI realizado por Francesco de Rossi en el cual aparece Fanes como deidad hermafrodita,tal como lo describen antiguos textos romanos, y un altorrelieve romano.
Ciertamente, compañeros/as, nuestra vida es comparable a las horas del día: cuando amanece podríamos decir que estamos en nuestra infancia, cuando estamos en el mediodía ─cenit─ podríamos afirmar que hemos llegado a la juventud, cuando comienza la tarde podemos comparar ese fenómeno con la edad adulta, nuestra madurez, y al llegar la noche pues entramos en nuestra vejez.