Queridos amigos/as lectores/as:
Os hago llegar esta imagen del Dios Mercurio, bajorrelieve de la Capilla del Zodíaco del Templo Malatestiano de Rímini, en Italia. El autor es el escultor italiano Agostino di Duccio ─1418-1481─.
La representación del Dios Mercurio como andrógino llamó nuestra atención y, buscando informaciones al respecto, hemos encontrado el comentario atribuido a Elemire Zolla ─1926-2002─, ensayista, crítico literario y filósofo italiano que, según sus biógrafos, era conocedor de las doctrinas esotéricas y estudioso de la mística occidental y oriental.
Estos son sus comentarios:
«El Mercurio de Agostino di Duccio se nos aparece en el apogeo de su poder. Los detalles de esta imagen debieron ser sugeridos por los hermetistas que se habían reunido en la corte de Segismundo Malatesta. Las estrellas del fondo aluden a la armonía de las esferas; el bastón mágico guía a las almas en el descenso y ascenso desde las profundidades de la tierra; el gallo de vigilancia está posado cerca del pie izquierdo; el sombrero cónico de la magia se eleva hacia el cielo sobre la cabeza del andrógino. El pie derecho, masculino, se apoya sobre la roca con la que es posible encender el fuego, mientras el pie izquierdo, femenino, está inmerso en las aguas femeninas; alrededor de sus rodillas flotan unas nubes; en una mano tiene el caduceo y en la otra la lira».
Todos sabemos, mediante la Gnosis, que, ciertamente, MERCURIO es el mensajero entre los Dioses y los hombres debido a que, por ser, gnósticamente hablando, una materia volátil ─transmutable─, nos permite ir despertando Conciencia y mediante ese fenómeno podemos conocer el mundo de las esferas superiores e inferiores.
Muchas fraternidades herméticas siempre asociaron al gallo con este elemento mercurial, justamente porque, siendo el gallo quien nos despierta en la aurora, pues igualmente el Mercurio, al ser transmutado mediante el ARCANO A.Z.F., nos va permitiendo ir despertando en las dimensiones superiores del espacio, creando en nosotros la AURORA DEL DESPERTAR DE NUESTRA CONCIENCIA; por ello es nuestro medio para comunicarnos con las jerarquías divinas en la creación.
Mercurio es quien reconcilia a las dos serpientes que alegorizan a los canales IDÁ Y PINGALÁ de la doctrina indostánica, y las cuales llevan a nuestro cerebro el ENS-SEMINIS transmutado mediante el SAHAJA MAITHUNA o MAGIA SEXUAL TÁNTRICA. Todo esto nos lo enseña de manera didáctica y dialéctica la sagrada Gnosis de todos los tiempos…..
Asimismo, hemos de hacer notar que por el bastón del Caduceo de Mercurio suben y bajan almas. ¿Por qué suben y bajan? Pues, ciertamente, aquellas personas que pierden su Mercurio entre masturbaciones y fornicaciones, en lugar de subir a las esferas elevadas bajan a las profundidades de la tierra, a los círculos dantescos, para experimentar allá durante miles de años lo que gnósticamente llamamos «INVOLUCIÓN SUMERGIDA DE LOS MUNDOS INFIERNOS».
En cuanto al gallo, su denominación nos lleva a la palabra GAIO,la cual se convierte en el mantra de la Alquimia TÁNTRICA por excelencia: I-A-O.
Interesante resulta ver un pie ─masculino─ y otro pie ─femenino─ como extremidades de esta divinidad, pues en realidad el MERCURIO es una energía NEUTRA, es decir, está presente en la sexualidad femenina y en la sexualidad masculina. Por eso en la unión de ambas polaridades ─masculina y femenina─, mediante el sacramento del amor, es posible ser asistidos por esta energía sagrada del TERCER LOGOS.
Indudablemente que el sombrero cónico de la divinidad nos señala el desdoblamiento de las fuerzas divinas desde el origen ─la punta─ hasta la inmensidad de la creación ─la base─, por esta razón tiene forma cónica.
La LIRA de Mercurio, que sostiene en su mano izquierda, nos señala que, siendo una energía transmutable, es necesario hacer tal transmutación con ayuda de las octavas del refinamiento musical. Cuanto más refinemos esa substancia alquímica, más rápido pondremos en marcha su potencialidad y recibiremos los dones de la misma.
Un gran alquimista, IRENEO FILALETEO, dijo una vez:
«Con mucha razón, nuestro mercurio, apenas mineral, es menos aún metálico porque no encierra más que el espíritu o la semilla metálica, mientras que el cuerpo tiende a alejarse de la cualidad mineral. Sin embargo, es el espíritu del oro, que se encierra en un aceite transparente que se coagula con facilidad, la sal de los metales, pues toda piedra es sal, y la sal de nuestra piedra, ya que la piedra de los filósofos, que es ese mercurio del que hablamos, es el objeto de la Piedra Filosofal».
Refiriéndonos ahora al caduceo diremos con el V.M. Fulcanelli:
«En su origen, el caduceo no fue más que una simple varita, cetro primitivo de algunos personajes sagrados o fabulosos pertenecientes más a la tradición que a la historia. Moisés, Atalanta, Cibeles y Hermes emplean este instrumento, dotado de una especie de poder mágico, en condiciones semejantes y generatrices de resultados equivalentes. El rabdoç griego es, en efecto, una vara, un bastón, un mango de jabalina, un dardo y el cetro de Hermes. Esta palabra se deriva de rassw, que significa golpear, compartir y destruir. Moisés golpea con su vara la roca árida que Atalanta, a ejemplo de Cibeles, horada con su jabalina. Mercurio separa y da muerte a las dos serpientes empeñadas en un duelo furioso arrojando sobre ellas el bastón de los pteroforoi, es decir, de los correos y mensajeros, calificados portadores de alas porque tenían por insignia de su cargo alas en su sombrero. El pétaso alado de Hermes justifica, pues, su función de mensajero y mediador de los dioses. La adición de las serpientes a la varita, completada por el sombrero (pitasoç) y las alas en los talones (tarsoi) dio al caduceo su forma definitiva, con la expresión jeroglífica del mercurio perfecto».
Os regalo, finalmente, unas frases elocuentes para vuestra reflexión:
«Siempre hay una providencia que nos inspira para aliviar las más apremiantes necesidades de nuestros semejantes».
Goethe
«La providencia gusta de ser tentada. Este es el secreto del hombre que triunfa».
Bernard Shaw
«Solo debes tener afición a lo que te acontezca y venga destinado de la providencia, pues ¿qué te podrá ser más oportuno?».
Marco Aurelio
«Cede a la providencia».
Virgilio
«Lo que el cielo tiene ordenado que suceda no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir».
Cervantes
GLADIUS DEI.
─‘La espada de Dios’─.
KWEN KHAN KHU