Hay que perseverar en este camino cueste lo que cueste. Los impacientes abandonarán este camino muy rápido, porque el conocimiento de nosotros mismos es una larguísima tarea que lleva toda la vida; pero no es en vano. Lo bueno es que esta lucha, si perseveramos en ella, va a dar un fruto.
Entonces hay que luchar por lo que dé frutos, y la Conciencia, si despierta o va despertando, nos dará frutos inimaginables.
La Conciencia es un espejo en el que se reflejan todas las grandes realidades del universo, de la naturaleza, del cosmos y de nosotros. Con el poder de la Conciencia sí que podemos hablar de felicidad, y por la felicidad vale la pena luchar. Pero tiene un precio. El precio es una lucha que parece interminable, pero no lo es. Muy cruenta, muy dura, pero que finalmente tiene un fruto…