Ni Goethe con su Fausto, ni Giovanni Papini con El Diablo, pudieron dar explicaciones reales, coherentes, específicas, acerca de esa criatura mencionada en todas las mitologías y libros religiosos de todas las culturas ancestrales, y que ha sido conocido como el «Diablo».
El enigma está aún vivo, y sirve a veces a intereses ciegos y mezquinos para amedrentar a las gentes, que ansiosas buscan las huellas del legítimo «religare» que otrora brillaba sobre la faz de la Tierra.
En efecto, el Diablo, los Demonios, el Infierno, los Abismos, el Karma o los castigos divinos, son todavía objeto de una discusión aún no terminada, y que en plena Edad Negra difícilmente puede tener fácil solución, dado el materialismo aberrante en que ha caído el psiquismo humano.
No obstante, si dialécticamente deviene difícil entrar en tan enjundiosa materia a causa de la Dialéctica Formal –que de por sí es invariablemente limitada–, en cambio es posible llegar a una comprensión de fondo acerca de estas eternas verdades si apelamos a la investigación auxiliada con la Dialéctica de la Conciencia Despierta.
Tal y como lo afirmó Einstein, el espacio, tal y como lo vemos, es tan solo una apreciación subjetiva de nuestro aparato receptor, y como quiera que ese aparato receptor está apoyado solamente por las percepciones de los cinco sentidos, es obvio que todo aquello que llega a nosotros deviene relativo en la mayoría de los casos. Con esta tremenda sentencia, este gran científico-filósofo señaló contundentemente que solo por la vía de la ampliación de la Conciencia –como instrumento escrutador del Universo y del Cosmos–, es posible desentrañar las últimas verdades y raíces de cualquier fenómeno visible o invisible.
Con esta singular advertencia, el Venerable Maestro Samael Aun Weor nos hace hincapié en la urgente necesidad de despertar ese vehículo precioso que duerme en nuestras entrañas y que guarda, cual cofre exquisito, grandes e infinitas verdades capaces de arrancar de nuestra naturaleza humana y anímica toda forma de ignorancia, que en suma es equivalente a dolor.
Ese vehículo maravilloso renglones arriba citado, es denominado en la terminología gnóstica como la Conciencia. Esta, en sí misma, es una energía que encierra las respuestas a todas las interrogantes que el hombre posee acerca del Universo, la Naturaleza y el Cosmos en general.
Desgraciadamente, tal poder está hoy embutido, encerrado, aturdido, entre manojos de energías que le son contrarias y que gnósticamente son denominadas Agregados Psicológicos o Yoes Demonios. Son estas perversas entidades las que han vislumbrado todos los grandes Hierofantes, que habiéndose allegado al Reino de Dite –el Infierno–, las han tenido que investigar y desintegrar para poder, más tarde, resplandecer llenos de Luz ante la magnificencia del Padre.
Esta obra: SÍ HAY INFIERNO, SÍ HAY DIABLO, SÍ HAY KARMA, viene a constituir la más valiosa aportación que los Maestros de la Blanca Hermandad ofrecen hoy a la humanidad, para que, una vez más, se defina ante el dilema de la Filosofía Hermética: o se sirve a la Luz o se sirve a las Tinieblas; o se es Ángel o se es Demonio; Águila o Reptil; porque escrito está:
«Porfiad a entrar por la puerta angosta, estrecha y difícil, porque en verdad os digo que muchos lo intentarán y tan solo unos pocos lo conseguirán».
«Pedid y se os dará, golpead y se os abrirá»,
esa es la Ley…
Kwen Khan Khu