El mejor ejercicio para alcanzar el Conocimiento imaginativo es el siguiente: sentados frente a una planta, nos concentramos en ella hasta olvidar todo lo que no sea ella. Luego, cerrando los ojos, nos adormeceremos conservando en nuestra imaginación la forma y figura de la planta, su estructura, su perfume y su color.
El discípulo debe provocar el sueño durante estas prácticas. El discípulo, dormitando, meditará profundamente en la constitución interna del vegetal.
El discípulo imaginará las células vivientes de la planta. La célula vegetal posee protoplasma, membrana y núcleo.
El protoplasma es una sustancia viscosa, elástica y transparente muy parecida a la clara de huevo –materia albuminoidea–. El discípulo, dormitando, debe reflexionar sobre los cuatro elementos fundamentales del protoplasma de la célula vegetal. Estos cuatro elementos son: el carbono, el oxígeno, el hidrogeno y el nitrógeno.
La membrana es una sustancia maravillosa sin color que en el agua resulta totalmente insoluble. Esa sustancia es la famosa celulosa.
El discípulo, bien concentrado, imaginará el núcleo de la célula como un pequeño corpúsculo donde palpita la Gran Vida Universal. Dentro del núcleo está el filamento nuclear, el jugo nuclear y los nucléolos, envueltos todos por la membrana nuclear. Los nucléolos son corpúsculos infinitesimales llenos de brillo y belleza, productos residuales de las reacciones incesantes del organismo vegetal.
El discípulo, bien concentrado, debe imaginar con toda precisión lógica todas esas sustancias minerales y combinaciones orgánicas que se desenvuelven armoniosamente en el protoplasma celular de la planta. Pensad en los granos de almidón y en la portentosa clorofila, sin la cual sería imposible llegar a síntesis orgánicas perfectas. La clorofila se presenta en forma granulada –cloroplastos–, así como la xantófila, de color amarillo muy hermoso. Esta última, bajo los rayos solares, se pinta con ese verde tan precioso del vegetal. Toda la planta es una perfecta comunidad celular de perfecciones incalculables. Debe el estudiante meditar en la perfección de la planta y en todos sus procesos científicos, lleno de una beatitud mística y encantado de tanta belleza.
El místico se extasía recordando todos los fenómenos de nutrición, relación y reproducción de cada célula vegetal.
Miremos el cáliz de la flor; allí están sus órganos sexuales, allí está el polen –elemento reproductor masculino–, allí está el pistilo o gineceo –órgano femenino preciosísimo con su ovario, estilo y estigma–.
El ovario es un saco lleno de óvulos maravillosos. Con relación al pistilo, los estambres pueden ocupar distintas posiciones: inserción por debajo del ovario, alrededor del ovario o por encima del ovario.
La fecundación se verifica con la fusión de los gérmenes femeninos y los gametos masculinos. El polen –gameto masculino– después de salir de la antera llega al ovario de la planta, donde ansioso le espera el óvulo –gameto femenino–. La semilla es el óvulo precioso y encantador que después de haber sido fecundado se transforma y crece.
Recuerde ahora el estudiante aquella época de la planta en la que está ahora meditando, cuando brotaba como un tallito delicado. Imagínesela creciendo lentamente hasta verla con la imaginación echando ramas, hojas y flores. Recuerde que todo lo que nace tiene que morir. Imagine ahora el proceso del morir de la planta: sus flores se marchitan, sus hojas se secan y el viento se las lleva, y, por último, solo quedan algunos leños secos.
Este proceso del nacer y del morir es maravilloso. Meditando en todo este proceso del nacer y del morir de una planta, meditando en toda esa maravillosa vida vegetal, si la concentración es perfecta y el sueño logra hacerse profundo, entonces giran los chakras del cuerpo astral, se desarrollan y se desenvuelven.
La meditación debe ser correcta. La mente debe ser exacta. Se necesita el pensamiento lógico y el concepto exacto a fin de que los sentidos internos se desarrollen absolutamente perfectos.
Toda incoherencia, toda falta de lógica y de equilibrio mental, obstruye y daña la evolución y progreso de los chakras, discos o flores de loto del cuerpo astral.
El estudiante necesita mucha paciencia, porque cualquier acto de impaciencia lo lleva al fracaso. Se necesita paciencia, tenacidad, voluntad y fe absolutamente consciente.
Un día cualquiera, entre sueños, surge durante la meditación un cuadro lejano, un paisaje de la naturaleza, un rostro, etc. Esta es la señal de que ya se está progresando. El estudiante se eleva poco a poco al Conocimiento imaginativo. El estudiante va rasgando el Velo de Isis poco a poco. Un día cualquiera desaparece la planta en la cual está meditando y entonces ve un hermoso niño reemplazando al vegetal; ese niño es el Elemental de la planta, el Alma vegetal.
Más tarde, durante el sueño, despierta su Conciencia y entonces puede decir: «Estoy en cuerpo astral». La Conciencia despierta poco a poco. Por este camino llega el instante en que el discípulo ha adquirido la Conciencia continua.
Cuando el estudiante goza de Conciencia continua, ya no sueña, ya no puede soñar porque su Conciencia está despierta. Entonces, aun cuando su cuerpo esté dormido, él se mueve consciente en los mundos superiores.
La meditación exacta despierta los sentidos internos y produce una transformación total de los cuerpos internos. El que despierta la Conciencia ha llegado al Conocimiento imaginativo, se mueve en un mundo de imágenes simbólicas.
Aquellos símbolos que veía cuando soñaba, ahora los ve sin soñar. Antes los veía con la Conciencia dormida, ahora se mueve entre ellos con Conciencia de vigilia, aun cuando su cuerpo físico esté profundamente dormido. Al llegar al Conocimiento imaginativo el estudiante ve los símbolos pero no los entiende. Comprende que toda la naturaleza es una escritura viviente que él no conoce. Necesita elevarse al Conocimiento inspirado para interpretar los símbolos sagrados de la Gran Naturaleza.
Samael Aun Weor
Nociones Fundamentales de Endocrinología y Criminología (capítulo 22)