Queridos/as amigos/as:
Os hago llegar en esta oportunidad el presente grabado que aparece en el frontispicio del libro Vorboten der am philosophischen himmel hervorbrechenden Morgen-Röthe, ‘El heraldo del amanecer que irrumpe en el cielo filosófico’, escrito por Johan de Monte Raphaim ─probablemente un pseudónimo─, y editado en 1716 en Hamburgo, Alemania. Os añado dos versiones del dibujo: la primera original del libro y la segunda una versión más popularizada de una edición posterior.

Este grabado, paciente lector/a, nos trae al recuerdo uno de los símbolos más preciados de la Alquimia; nos referimos al Mercurio de los sabios.
Primeramente hemos de aclarar que la palabra del centro pertenece al griego antiguo, constituida por una ípsilon, una lambda ─equivalente a una ele─ y una eta ─una e larga abierta─.
Se translitera como Hyle y se lee como [hule] o [hile], y significa ‘materia’. Es la misma palabra que aparece en el exorcismo de la sal cuando se nos dice: recedant ab isto fantasmata hyle. Aristóteles la utilizó en su filosofía para indicar la materia prima.
Por lo tanto es una invitación a extraer algo de la materia prima primordial: el Mercurio de los sabios.

Me permito haceros notar que los símbolos que se encuentran a los vértices del triángulo más pequeño, o, mejor dicho, entre los vértices de los dos triángulos centrales, representan el de arriba ─un triángulo sobre una cruz─ el Azufre, el de abajo a la izquierda ─un círculo cortado a la mitad─ la Sal, y el de abajo a la derecha el Mercurio; por lo tanto aquí están presentes los tres elementos de la Alquimia.
Las palabras Agens, Patiens, Essent, Quint significan: ‘activo’, ‘paciente’, ‘esencia’, ‘quinta’. Esto lo podríamos traducir como ‘siendo activo y paciente llegamos a la quintaesencia’.
Considerando que la cabeza de la llave derecha se parece muchísimo al símbolo de la plata o de la Luna ─parecido a dos letras C confrontadas─, y la de la llave de la izquierda es más redonda, como una O ─que es el símbolo del Sol y del oro─, nos parece lógico que la primera llave indique el Mercurio y la segunda el Azufre, o la primera el elixir blanco y la segunda el rojo.
La primera está en la mano de Mercurio con una actitud activa, la segunda cuelga de su brazo con una actitud pasiva, quizás para decir que la fuerza activa debe trabajar con el elixir blanco y la fuerza pasiva necesita el elixir rojo.
DESCRIPCIÓN GENERAL:
Mercurio, el agente principal de la Gran Obra, aparece aquí rodeado de sus atributos. La imagen nos lo presenta con casco y botas aladas para simbolizar su evaporación en nuestra naturaleza interior.
En su mano derecha lleva una llave señalada con la palabra Claudo, significando ‘Yo cierro’, y Teo en el cifrado de la llave, proveniente del griego Theos, que significa ‘Dios’.
¿Pero qué es lo que Dios ciertamente cierra? Respuesta: Nuestra naturaleza lunar.
En su brazo izquierdo sostiene un caduceo y una llave marcada con la palabra Aperio, significando ‘Yo abro’, y dos letras H en el cifrado, una encima de la otra.
Aquí vale la pena preguntarnos: ¿qué es lo que el Mercurio abre para nosotros? Respuesta: El Mercurio nos abre el acceso a todos los reinos de la naturaleza y a todas las dimensiones del espacio.
La Letra H sugiere el Halitus o aliento divinal capaz de penetrarlo todo.
Mercurio aparece, asimismo, sobre un círculo rodeado de las palabras Animalia, Vegetabilia, Mineralia y Astralia, reino animal, vegetal, mineral y estelar, dándonos a entender que fue el Mercurio quien formó el ARCHÉ GNÓSTICO del cual emanaron las galaxias y todas las dimensiones del cosmos. Podríamos sintetizar diciendo que el Mercurio fue el auxiliar primario de la creación misma.
Dentro de la circunferencia en la que se halla el Mercurio se encuentran las palabras Chaos, Materia, Prima, Magnesia, Lapis; ‘caos’, ‘materia’, ‘prima’, ‘magnesio’, ‘piedra’. Obviamente, el Mercurio nace del caos primordial, se convierte en la materia prima, en el Magnesio componente de la quintaesencia, todo lo cual da origen a la PIEDRA FILOSOFAL.
Dentro de todo esto hallamos un cuadrado con los cuatro elementos etiquetados en cada uno de sus lados, a saber: Ignis, Agua, Terra, Aer; ‘fuego’, ‘agua’, ‘tierra’, ‘aire’.
Dentro de este cuadrado igualmente encontramos las palabras que probablemente se leerían Agens, Patiens, Essent, Quint, ya explicadas anteriormente.
Vemos dos triángulos que tienen escrito en sus lados Separa, Dissolve, Depura; ‘separa’, ‘disuelve’, ‘depura’. ¿Qué significan esas palabras? El Mercurio tiene su primera manifestación como una materia oscura que es necesario separar mediante la sublimación del arte transmutatorio. Posteriormente habrá que disolver los elementos atómicos indeseables que se ocultan dentro de él. Esto nos lleva entonces a la depuración del mismo, es decir, a la naturaleza cristalina de nuestro agente mercurial.
Seguidamente vemos las palabras Anima, Spiritus, Corpus; ‘alma’, ‘espíritu’, ‘cuerpo’; esto sería el alma mercurial y luego el espíritu mercurial ─los vehículos internos creados en el Adepto─, y el cuerpo o solidificación de la naturaleza de gloria del Iniciado.
En el interior del último triángulo encontramos la palabra Extrahe, ‘extraer’.
En los vértices, como hemos dicho, están los símbolos de la Sal, el Azufre y el Mercurio, componentes originales de la Gran Obra interior.
No debemos pasar por alto el caduceo que lleva en su siniestra la divinidad olímpica. Tal caduceo es la representación de los canales IDÁ y PINGALÁ de nuestra naturaleza metafísica y a través de los cuales ascienden los vapores de nuestra sustancia mercurial particular durante el coito metafísico. Ese es el Gran Arcano A.Z.F. de la Gnosis eterna.
Os añado, finalmente, unas frases para vuestra reflexión:
«La victoria pertenece al más perseverante».
Napoleón
«Vencer sin peligros es triunfar sin gloria».
Séneca
«Ningún vencido tiene justicia si lo ha de juzgar su vencedor».
Quevedo
«El universo es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna».
Pascal
«Todo hombre es el centro del universo. El universo, como el espacio, según la célebre definición, tiene su centro en cada alma y su circunferencia no está en ninguna».
Amado Nervo
TANDEM FELIX.
─‘Finalmente feliz’─.
KWEN KHAN KHU