Acuéstese usted boca arriba en su cama con el cuerpo bien relajado, y adormézcase recitando con su pensamiento y con su corazón la siguiente plegaria:
«Creo en Dios, creo en mi Madre Divina y creo en la Magia Blanca; Madre mía, sacadme de mi cuerpo».
Recite usted con toda devoción y con intensiva fe esta oración mágica. Récela millones de veces si hay necesidad, adormeciéndose.
Empero, recuerde usted aquel dicho que dice: «A Dios rogando y con el mazo dando».
Cuando ya se sienta en ese estado de laxitud propia del sueño, al empezar en su mente las primeras imágenes ensoñativas, venza la pereza, por favor, se lo ruego, y sintiéndose como un fantasma sutil y delicado […], levántese de su cama y salga de su casa, ¿entendido?
Samael Aun Weor
Mirando al Misterio (capítulo 14)