MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! KWEN KHAN KHUKwen Khan Khu MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! agosto 2020La composición y el diseño, tanto de la por‑ tada como del interior de la presente obra, están registrados a nombre de AGEAC. Ninguna parte de ellas puede ser reproducida, modificada, publicada, cargada, transmitida o distribuida de ninguna manera sin la previa autorización escrita de AGEAC. © AGEAC (Asociación Geofilosófica de Estudios Antropológicos y Culturales). Reservados los derechos de imagen. www. ageac.org vopus.org samael.org radiomaitreya.org PRÓLOGO ........................................................................................................... 5 INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 10 1. CAPÍTULO I ....................................................................................................... 13 2. CAPÍTULO II ..................................................................................................... 19 3. CAPÍTULO III .................................................................................................... 33 4. CAPÍTULO IV .................................................................................................... 36 5. CAPÍTULO V ..................................................................................................... 41 6. CAPÍTULO VI .................................................................................................... 50 EPÍLOGO ........................................................................................................... 74 ÍNDICE5 PRÓLOGO Cuando aquello de lo que se habla no es posible comprobarlo por los muchos, ya que solo unos pocos han sido privilegiados para to‑ mar contacto con una realidad inefable, aquellos critican sin parar y atacan con un ardor inusitado, como si la vida les fuera en ello, con el único fin de sembrar dudas y destruir cualquier posible argu‑ mentación que no se ajuste a su espesa materialidad, aun para la verdad más evidente o con posibilidades de serlo. Digo esto porque el libro que tenemos entre las manos desarrolla una temática, que aunque ha sido estudiada en muchos ambientes, con mucho criterio y razones de peso, ha sido igualmente descali‑ ficada y relegada a las teorías de la imaginación y la irracionalidad por la pesada losa del cientifismo materialista. El autor de múltiples obras Omraam Mikhäel Aïvanhov, en su libro Acuario, llegada de la Edad de Oro, nos habla de ese misterioso lugar y de su difícil ubicación, que muchos autores e investigado‑ res localizan en el mismísimo interior de nuestra tierra, facilitan‑ do inclusive planos de la misma, ya que existe la teoría, cada vez más documentada, de que nuestro planeta está hueco y que den‑ tro de él hay toda una actividad de vida, tanto de flora, fauna, así como de presencia humana. Humanos, por otra parte, que se han Kwen Khan Khu • MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! 6 presentado a lo largo de la historia como grandes maestros o con‑ ductores de doctrinas necesarias para la elevación de la conciencia del ser humano. Omraam nos advierte, asimismo, de que él ha estado en Agartha, pero que no le es posible revelar por el momento los aspectos de curiosidad que a los muchos les gustaría saber, pero sí nos deja y aporta toda la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal, como medio o sendero para llegar a introducirse en el mundo de la filo‑ sofía de Agartha, que no sería otro que el gobierno de la Sinarquía, una suerte de Fe consciente y Conocimiento que daría como resul‑ tado una Sabiduría precisa y necesaria para gobernar y elevar al más alto nivel conscientivo al ser humano. La idea de un solo go‑ bierno mundial, en contrapartida a la Anarquía o a la multiplicidad de gobiernos, es antigua e inspiradora de todo lo que tiene que ver con la Unidad. Cuentan, tal como nos lo va revelando el autor del presente libro, que su cúspide estaría representada por una trinidad: Brahatma (Brahytma), Mahatma (Mahytma) y Mahanga (Mahynga), posee‑ dores de la Autoridad, el Poder y la Organización, respectivamente. Esta trinidad estaría sustentada por 12 miembros, sus más íntimos colaboradores, a imagen del Zodíaco, y estos a su vez por 22, seña‑ lando los 22 principios del Verbo así como las 22 letras del alfabeto de su lengua original, el Vattan, y estos a su vez estarían sustenta‑ dos por 365, representando el ciclo de nuestro planeta, etc., etc., generando una pirámide de sólida y comprensiva construcción. Como decíamos, Agartha ha estado a lo largo de la historia, salpi‑ cada de investigadores que tenían su interés puesto en descubrirla, como René Guenon, que afirma que no siempre fue subterránea y que esta resurgirá a la superficie en ese tiempo venidero que Ferd‑ ynand Ossendowski relata en el final de su libro, al término de la profecía que el Rey del Mundo decreta para un tiempo que está próximo a nuestros días, afirmando además el hecho notable de que poco después de la Guerra de los Treinta Años, después del Congreso de Westfalia de 1648, los verdaderos Rosacruces, asu‑ miendo el fracaso de unir Oriente con Occidente en el siglo XIV, con Kwen Khan Khu • MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! 7 la decapitación de la Orden del Temple, abandonaron Europa para retirarse a Asia, recordando que los Adeptos Rosacruces eran doce, como los miembros del círculo más interno de Agartha, así como los de otros círculos esotéricos, ganando peso este número místico que en el Tarot sabemos significa El Apostolado. También Swedenborg (s. XVII‑XVIII) declara que es de ahora en ade‑ lante, entre los sabios del Tíbet y de Tartaria, donde se ha que bus‑ car la palabra perdida. También este extraordinario reino parece ser conocido por Anna Katharina Emerich (s. XVIII‑XIX), monja agustina de grandes visio‑ nes y con grandes estigmas a lo largo de su vida, beatificada por Juan Pablo II en 2004. Tuvo múltiples visiones de un lugar misterio‑ so que lo designó como la «Montaña de los Profetas» y situándola en esas profundas regiones. Más reciente en el tiempo son los cuadernos de a bordo de la expe‑ dición que hiciera en 1947 el almirante Richard Evelyn Byrd, Gran Canciller de la Orden de Lafayette, donde expone con gran lujo de detalles el viaje que realizó más allá del polo norte, encontrando una tierra fértil, un clima cálido, e inclusive llegó a divisar un ani‑ mal que en nuestras latitudes se encuentra extinguido, como es el mamut. Según sus apuntes, realizó 2700 km hacia el Norte y no so‑ brevoló ninguna tierra conocida que debería encontrarse en aque‑ llos lugares, como Siberia, Alaska, Canadá, Finlandia o Groenlandia, quedando sorprendido por el descubrimiento y generando la duda razonable de haber sobrevolado esa mítica tierra de Agartha, que por alguna extraña circunstancia hubiera quedado expuesta a la vista de los mortales. El Maestro Samael nos da testimonio de esa comunicación exis‑ tente entre todas las grutas de nuestro continente, siendo a través ellas por donde se accede a esta enigmática tierra, tal y como le su‑ cedió al autor de Un habitante de dos planetas, Phylos el Tibetano, en una de las cuevas secretas del monte Shasta, en California, de‑ jando constancia de ello en el libro y dedicándolo a «los pensadores de vanguardia de todas partes, pero especialmente al ‘Ayudante Invisible’ que hizo posible su presentación al mundo». Existe entre Kwen Khan Khu • MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! 8 los indios hopis una legendaria leyenda que cuenta que sus antepa‑ sados los sacaron de la Lemuria en cachinas –platillos gobernados por Dioses– y los llevaron hacia estas tierras coronadas por la mon‑ taña Shasta –o Yecra, como lo denomina este pueblo, que significa ‘Montaña Blanca’–, sagrada para todos ellos. Pero quien hace un relato exhaustivo sobre Agartha es Alexander Saint‑Yves D’Aveydre (s. XIX‑XX) en su obra titulada Misión de la In‑ dia. Este autor era un erudito escritor y un iniciado, ya que poseía la facultad de desdoblarse, según cuentan aquellos que bien le co‑ nocían, revelando en su obra la visita que personalmente hiciera a Agartha, dando todo tipo de minuciosos detalles. Tuvo un tutor llamado Haji Sharif –un príncipe afgano–, y a través de él reunió múltiples tradiciones y saberes orientales. Este se hacía llamar «Guru Pandit, de la Gran Escuela de Agharthian», objetando que esta escuela conservaba el lenguaje original Vattan, con su alfabeto de 22 letras. Por último, y con estos datos que dan refrendo a los ya aportados en el presente libro Melquisedec tenía razón, nos adentramos en la lectura del mismo, observando la cantidad de fuentes, tanto anti‑ guas como más modernas, que van desgranando una realidad, pre‑ sente en todo tiempo y contada según la idiosincrasia de los pue‑ blos y los territorios en donde surge. Melquisedec, rey de Salem, o de la ciudad de la Paz, es ese Rey del Mundo o regente supremo de este planeta, que al decir de los nativos mongoles, cuando entra en el santuario de esa región secreta e interna, la vida se paraliza y un silencio profundo se propaga por todo el planeta. A decir verdad, soy de la opinión de que las profecías no están para cumplirse, sino para informarnos de cómo sería el futuro si en el presente no ponemos remedio para que la fatalidad no nos alcance. La solución, básicamente, el autor de la presente obra no se cansa de enunciarla, y por ello lo manifiesta una vez más: la Revolución de la Conciencia, en sus tres fases o factores, es la clave para que las Profecías Apocalípticas no entren de lleno a cumplir su misión. Querría no estar de acuerdo con las traducciones que nuestro que‑ rido autor va realizando a la Profecía que el Rey del Mundo hiciera Kwen Khan Khu • MELQUISEDEC ¡TENÍA RAZÓN! 9 a unos monjes tibetanos en 1890, pero he de reconocer que a me‑ dida que se leen, voy comprendiendo lo previsible que es el ser humano, y la cartografía que puede desarrollarse en su conjunto para estos grupos de humanidad a los que pertenecemos, y que día tras día vemos que el despertar de la Conciencia es algo más que el progreso tecnológico en donde estamos sumidos. Hemos de revi‑ sar con actitud seria y comprometida todos aquellos mensajes que desde el amanecer de los tiempos, seres espirituales con rostros de Profetas, nos vienen anunciando, para no argumentar al final de nuestro tiempo que no habíamos sido advertidos. ¡Que la Paz del corazón tranquilo sea con todos nosotros! A.L.MaNext >