JOYAS ALQUÍMICAS KWEN KHAN KHUKwen Khan Khu JOYAS ALQUÍMICAS agosto 2020La composición y el diseño, tanto de la por‑ tada como del interior de la presente obra, están registrados a nombre de AGEAC. Ninguna parte de ellas puede ser reproducida, modificada, publicada, cargada, transmitida o distribuida de ninguna manera sin la previa autorización escrita de AGEAC. © AGEAC (Asociación Geofilosófica de Estudios Antropológicos y Culturales). Reservados los derechos de imagen. www. ageac.org vopus.org samael.org radiomaitreya.org PRÓLOGO ........................................................................................................... 6 INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 11 1. NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA ............................................................. 17 2. EL VASO SAGRADO ........................................................................................ 27 3. EL BRAZO DE PODER ..................................................................................... 35 4. EL GRAN RECONCILIADOR ........................................................................... 41 5. LA DIVINA CONJUNCIÓN .............................................................................. 46 6. LA MEDICINA UNIVERSAL ............................................................................ 52 7. LA GRAN PRIORIDAD ..................................................................................... 58 8. RESUCITAR AL REY ......................................................................................... 63 9. DISOLUCIÓN O DESCOMPOSICIÓN ............................................................ 68 10. LA OBRA ES HIJA DE LA MUERTE ................................................................ 73 11. PURGAMIENTO DE LOS VEHÍCULOS .......................................................... 77 ÍNDICE12. EL MISTERIO LUCIFERINO ............................................................................ 83 13. EL CARNERO SOLAR ....................................................................................... 94 14. LA ESPADA SE CONQUISTA CON LA MUERTE ........................................ 103 15. LA ÍGNEA POTENCIA SERPENTINA ........................................................... 109 16. ORAR, MEDITAR Y TRABAJAR .................................................................... 116 17. EL ESPÍRITU UNIVERSAL DE VIDA ............................................................. 120 CONCLUSIÓN ................................................................................................. 1246 PRÓLOGO Ha girado una vez más la rueda incesante que mueve el mundo edi‑ torial y un nuevo fruto ha visto la luz. Muchos vástagos, miles, mi‑ llones, ha gestado esta maquinaria desde los tiempos aquellos en que la imprenta estaba constituida por un pequeño grupo familiar en el que el tipógrafo, armado de infinita paciencia, iba componien‑ do cada página con todos aquellos caracteres de metal. Desde aquella época artesanal hasta hoy en día muchas obras han surgido. Las bibliotecas conservan infinidad de tratados y estudios sobre distintas materias. Es evidente que la Alquimia no podía que‑ dar excluida del análisis racional del bípedo tricerebrado. Luces y sombras en las páginas de todos esos volúmenes. Más de lo segundo que de lo primero, sin lugar a dudas. Hipótesis que a nada conducen, teorías huecas como calabazas secas que, aunque decorativas, no alimentan al insaciable buscador de la verdad, es lo que se contempla hoy en el basto paisaje libresco. ¿Será este tratado, Joyas alquímicas, otro intento malogrado? ¿Contendrán sus páginas más conjeturas y suposiciones? Permí‑ tanos el lector responderle que no. Y, modestamente, no lo hace‑ mos desde la tribuna de la soberbia –esa que utilizan hoy tantos Kwen Khan Khu • JOYAS ALQUÍMICAS 7 eruditos–, respondemos así porque leyendo esta obra descubrimos en su lenguaje la naturaleza de las flores que alegres brotan en el jardín de los hechos concretos. Y esto es algo que el propio lector, con paciencia, podrá comprobar por sí mismo… Realmente muchos ilustres letrados, asentados en la creencia de saberlo todo mas ignorando el calibre de su propio desconocimien‑ to, han escrito miles de obras sobre Alquimia, obras que, lamenta‑ blemente, han introducido más si cabe en el laberinto de la especu‑ lación al pobre estudiante que tuvo la desdicha de leerlas. Solo unos pocos afortunados, los que supieron leer entre líneas y ser fieles a sus sabios mentores, pudieron arrojar luz sobre el Ars Magna –la Alquimia– y orientar a los que el destino llevó a abrevar en sus fuentes literarias. Y es que la Alquimia, cual geoda de amatista, lejos de ser lo que aparenta externamente, es en el fondo un secreto indescifrable, un artificio trascendente. ¿Quién no ha expresado alguna vez un «oh» de admiración al contemplar uno de esos minerales seccionados al mostrarnos esa eclosión de colores y formas que revisten sus paredes? Miles han analizado la Alquimia exotéricamente, sin com‑ prender que su fuerza y su verdadero valor estaban en sus mismas entrañas. Por eso es fácil entender que a lo largo de los siglos tinieblas espe‑ sas brotaron de la pluma de muchos escritores que, pretendiendo saber, ignoraban, suponiendo conocer, desconocían los secretos del Arte Alquímico. Pero hasta en campos de cizaña aparece alguna espiga de trigo. Por eso ha habido, ciertamente, hombres bendecidos por el cielo capa‑ ces de sondear los arcanos más profundos de la Ciencia Alquímica y lograr extraer de ellos, cual botánico extrae de miles de flores su extracto, su esencia más pura. Cerca de las tierras donde moramos vivió uno de los más célebres que la historia ha conocido, nos referimos a Raimundo Lulio. Mucho escribió este insigne hombre sobre la ciencia de las metamorfosis y cosas con esa lógica, que es la lógica de la Conciencia. ¿Y para qué Kwen Khan Khu • JOYAS ALQUÍMICAS 8 seguir escribiendo sobre esta materia si ya ha habido otros que de esa forma lógica lo han hecho en el pasado?, podría preguntarse ahora el lector. Quisiéramos que él mismo hallara la respuesta en unos párrafos que hemos extraído de la Epístola sobre la acurtación de la Piedra de los filósofos enviada por Raimundo Lulio al rey Ro‑ berto de Nápoles: «Yo, Ramón Llull, de la isla de Mallorca, he compuesto tiempo atrás muchos libros sobre el arte secreto de la transmuta- ción, sin embargo, el libro que contiene los arcanos más pro- fundos sobre las piedras preciosas según sus virtudes, que es la parte más difícil de todas las que componen este arte, te lo he transmitido a ti, rey Roberto, con un lenguaje coloquial, para que te sientas más seguro en tu trabajo y puedas evitar el error. […] Me preguntaste sobre la acurtación. Te respondo que toda acurtación es diminutiva de la perfección, puesto que las medicinas que se obtienen por la acurtación tienen menor efecto de transmutación. La acurtación de la piedra mineral puede ser muy variada, pero a mí me parece que, para que su efecto no quede disminuido, solamente tiene validez después de la primera calcinación y putrefacción que tienen lugar por medio del agua primera bien limpia y clarificada durante un periodo mínimo de veinte días. A continuación, se separa el polvo con calor de sangre, destilando el agua segunda con el mayor cuidado, procurando no ahuyentar el espíritu, según las instrucciones impartidas en el “Testamento”. Toma solo la última parte que se destila después del enrojecimiento del alambique y disuelve en ella los polvos antes citados y, una vez tapado el vaso, déjalo en agua caliente un día y una no- che después de la disolución. Tras esto se vuelve a tomar el alambique y se destila toda el agua al baño maría hasta que no quede más que una pequeña cantidad equivalente al peso de los polvos. El agua destilada se tira porque no tiene nada de espíritu. La otra parte del agua, la que permaneció con el cuerpo, se deja sobre las cenizas con el vaso bien cerra- do; y con ella se procede como se ha indicado, destilando y Kwen Khan Khu • JOYAS ALQUÍMICAS 9 cerrando bien continuamente hasta diez veces. Si fuese ne- cesario se reiteraría hasta que no quedase nada por disol- ver. Se debe saber que en cada disolución tiene que haber diez abluciones completas, como se ha dicho, y entonces los cuerpos se cambian en oro en una determinada proporción. Como ves esta medicina puede obtenerse en un máximo de ochenta días…». ¡Válgame Dios y Santa María!, como diría el preceptor del autor de este libro, el Dr. Samael Aun Weor; y eso que, según afirma el pro‑ pio Lulio, escribía él en un lenguaje coloquial para que su amigo el rey de Nápoles pudiera entenderle… ¿Comprende ahora nuestro paciente lector la necesidad de hablar de la Alquimia en un lenguaje llano y asequible a cualquier persona, aun cuando esta no sea cultivada? De ahí el doble valor de esta obra. Pocas veces se ha escrito un tra‑ tado de Alquimia con un lenguaje tan claro y, a la par, tan agradable y distinguido. Y viendo oportuno ya acercarnos al momento de abrirle al lector las puertas al fabuloso mundo que encierra esta obra, quisiéramos finalizar este prólogo rindiendo un pequeño homenaje al autor y a sus frutos literarios de la mano del poeta… Joyas alquímicas que al alma subliman, ciencia que emana un saber profundo, arte ininteligible por las mentes del mundo, gemas que a Dios sin duda aproximan. Ciencia sagrada de las transmutaciones, oculta en textos, símbolos y grabados, promete llevar a los hombres extraviados, por el camino de las Tres Purificaciones.Next >