EL PODER DE LA HUMILDAD KWEN KHAN KHUKwen Khan Khu EL PODER DE LA HUMILDAD agosto 2020La composición y el diseño, tanto de la por‑ tada como del interior de la presente obra, están registrados a nombre de AGEAC. Ninguna parte de ellas puede ser reproducida, modificada, publicada, cargada, transmitida o distribuida de ninguna manera sin la previa autorización escrita de AGEAC. © AGEAC (Asociación Geofilosófica de Estudios Antropológicos y Culturales). Reservados los derechos de imagen. www. ageac.org vopus.org samael.org radiomaitreya.org PRÓLOGO ........................................................................................................... 6 LOS GRADOS DE LA HUMILDAD .................................................................. 11 INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 13 1. LA HIPOCRESÍA DE LA FALSA HUMILDAD ................................................. 17 2. LA CONDUCTA EJEMPLAR DEL HOMBRE HUMILDE ............................... 50 3. ALGUNOS CONSEJOS PARA COMENZAR A COMPRENDER LA HUMILDAD ............................. 59 4. ORGULLO MÍSTICO ........................................................................................ 69 5. EL ORGULLO SIMONÍACO ............................................................................ 72 6. UN ALIMENTO DEL ORGULLO ES LA ALABANZA ..................................... 98 7. URGENCIA DE NO OBJETAR ....................................................................... 106 ÍNDICE8. RECOMPENSAS Y GRANDEZA DE LA HUMILDAD .................................. 108 9. DOLORES QUE PRODUCE LA SOBERBIA ................................................. 120 10. LA OBEDIENCIA, EL RESPETO Y EL EJÉRCITO DE SALVACIÓN ............. 123 11. PREGUNTAS Y RESPUESTAS ....................................................................... 1446 PRÓLOGO La humildad como tal es solo una palabra. Su significado, a nivel in‑ telectual, los diccionarios lo delimitan a dos acepciones: la primera como «bajeza de nacimiento» –clase baja o pobre–, y la segunda como sumisión, aplicado a la persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios logros y reconocer sus defectos y errores. Miguel de Cervantes, en su Coloquio de los perros nos ad‑ vierte de que «la humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea». Pero lo fundamental de la misma es la traducción que emocional‑ mente hallemos de ella, cada uno con sus propias vivencias, sabien‑ do de primera mano los sabores que desencadena en nuestro inte‑ rior. Sabores que pacifican y motivan la voluntad, y nos afianzan en una visión más luminosa de las cosas, trascendiendo la forma para fijarnos en el fondo. Aunque no debemos olvidar que la humildad es una virtud que nace y se desarrolla cuando su principal oponente, el orgullo, va comprendiéndose y debilitándose, como lo hace la noche en la pre‑ sencia de la aurora del nuevo día, con los rayos de luz y calor con los que el sol destruirá hasta la última de sus sombras.Kwen Khan Khu • EL PODER DE LA HUMILDAD 7 El trabajo en forma de Seminario que ha dado lugar a este libro, nos hace reflexionar sobre la importancia que tiene la acción didáctica y perseverante en pos de comprender la Enseñanza y de pormeno‑ rizar en las bases del trabajo psicológico, que a la postre es la princi‑ pal vía e instrumento de cambio que el Maestro Samael Aun Weor ha transmitido para la elevación y comprensión del ser humano. La humildad ha sido caballo de batalla a lo largo de la historia para todo aquel que intentaba vivir la espiritualidad más sincera y des‑ prenderse del agobiante orgullo con el que se reviste la raza hu‑ mana desde el principio de los tiempos, quizá porque es poseedor de una herramienta que ninguna otra criatura tiene, como es la razón, amén de que en estos tiempos la «ciencia» ha desplazado el concepto de «sacralidad» o «sagrado» para relativizar el sagrado misterio de la vida a términos puramente químicos o casuísticos. Las bienaventuranzas evangélicas nos dan el primer aldabonazo en este sentido, ya que la primera de ellas, según los textos de San Mateo, nos dice: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos», entendiendo que estos pobres de espíritu no son personas mermadas en sus cualidades mentales, sino engrandecidas por la sencillez, esa otra cualidad que ilumina a quien la posee, ya que nadie es más que nadie, y el libro que tenemos en las manos nos lleva a reflexión sobre este particular, al hacernos ver el ejemplo de igualdad al que nos somete la natu‑ raleza a la hora de la muerte, ya que ricos y pobres son reducidos a polvo sin haber diferencia alguna para este proceso, tal y como nos lo anuncia al principio el Eclesiastés: «Vanidad de vanidades, y todo es vanidad», ya que coronas, tiaras, títulos, cetros, harapos, caya‑ dos, etc., quedan en ese límite que existe entre la materia y la no materia de la que está constituida el hombre. La materia queda en su mundo material, y aquello que no es materia, pero que también al hombre le pertenece, vuela si está ligero de equipaje hacia los lu‑ minosos espacios espirituales, o por el contrario se precipita hacia los espacios más densos de los mundos sutiles porque es incapaz de levantar el vuelo con el peso de su densidad psíquica, y la luz le quema de tal manera que busca refugio entre las sombras.Kwen Khan Khu • EL PODER DE LA HUMILDAD 8 Por tanto, esa falta de sencillez en el ser humano es lo que hace exclamar a Jesús en el evangelio esenio: «…que los hombres son amos y dueños de todo cuanto poseen y les es necesario para su crecimiento en la verdad; sin embargo, todo lo superfluo llegará a dominarlos y ellos se convertirán en sus esclavos». Y es por esto el énfasis de Kwen Khan Khu en todos sus libros, y en especial en este, sobre la necesidad de poner en marcha esta Revolución de la Conciencia que va a generar hombres honestos, despiertos y con voluntades tan firmes que harán saltar por los aires los resortes de la mediocridad y el desconsuelo que tanta inercia material ha generado y genera. La humildad tiene una compañera de gran valor, como es la pacien‑ cia, ya que según nos recuerdan las Escrituras: «En paciencia posee‑ réis vuestro espíritu». Y esta gran verdad no es para leerla y apren‑ derla de memoria, sino para ejercitarla las 24 horas del día y de la noche. No hay que pensar que por haber salido victorioso de una prueba, lo haremos en las siguientes. El día está por hacerse y todos los ingredientes para el mismo están vivos y esperando ser protago‑ nistas del plato que está a punto de cocinarse. Solo el cocinero tiene potestad sobre la receta, pero ha de cuidar los ingredientes y el fuego en el que los cocinará. ¡Estate atento, querido amigo, porque aquello que resulte de tu actuación es lo que has de comer! En la naturaleza encontramos uno de los ejemplos más extraordi‑ narios de sencillez y humildad, y a poco que nos esforcemos nos lo entrega con generosidad. Vemos que por muy duros que sean los inviernos, ningún año se queda sin primavera, y desde el más estricto silencio, cuando esta llega, plantas y flores salen a recibirla con un júbilo y una alegría que dejan sin memoria a las pálidas y grises temporadas invernales; y aunque por ningún ser humano lle‑ gue a ser contemplado, surge la vida en los más inhóspitos lugares, y el perfume de sus flores da aroma a los vastos panoramas donde el único habitante que los puebla es el silencio. Esto nos debe hacer reflexionar sobre la urgente necesidad de trabajar en todo aquello que sabemos, y que Maestros y Avataras han traído hasta nosotros, no para subirnos a un pedestal fatuo e innecesario donde recuperar un merecimiento que exigimos como pago a las diferentes labores Kwen Khan Khu • EL PODER DE LA HUMILDAD 9 que hayamos realizado, sino para elevarnos en respetuoso silencio y evidenciando una vez más que las Escrituras tienen razón cuando nos hablan de que «aquel que quiere recibir el pago a su acción ya tiene el recibo en su bolsillo». He entrado con gusto en la temática sobre la que el autor de este li‑ bro reflexiona y nos hace reflexionar, y ya avanzando en las páginas centrales del mismo, nos vamos a encontrar con una parte impor‑ tante que el trabajo psicológico posee: la oración, la petición, ad‑ virtiéndonos de que esta ha de ser humilde, sencilla y con palabras llenas de contenido y sentimiento, así como de agradecimiento, tal y cual, según nos cuentan, lo hacían las comunidades esenias, pi‑ diendo como si ya lo hubiéramos recibido, como nos dice el evan‑ gelista: «Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis y os vendrá» –Marcos 11,24–. Muchos místicos a lo largo de la historia nos han dejado claves de extraordinario valor, a veces a modo de semblanzas, con las que en un momento determinado poder desvanecer las perturbadoras nieblas que a nuestro paso llegan, como cuando Rumí habla a su Maestro: «Tú eres el sol oculto en las nubes de las letras. Cuando tu sol salió se borraron las palabras. ¡Que tus palabras no sean como la sombra ante el sol! El polvo huye de la sombra y busca un rayo de luz». O como cuando Johannes Scheffler –Angelus Silesius– en su obra magna El Peregrino Querubínico nos anima a situarnos en el centro de las circunstancias «y lo verás todo a la vez, lo que ocurre aquí y ahora, en este mundo, y en el reino de los cielos». A lo largo de esta magnífica obra se ha hecho referencia en repetidas ocasiones a la reencarnación que el V.M. Samael Aun Weor tuvo en la personalidad del agustino Tomas de Kempis, allá por el siglo XIV. En mi caso personal desde que tuve noticia de ello, no pude resistir‑ me a leer el tratado, de los cuarenta y cinco que escribió, más famo‑ so del mismo: la Imitación de Cristo, y rescatar de entre sus muchas frases y lecciones una que me sirvió de lema para estamparla en la contraportada de la primera edición de Pistis Sophia Develada; lema, por otra parte, que me ha servido en muchos casos, en lo personal, para reflexionar precisamente en la temática que nos trae el libro Next >